EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

Volver al menú
78. Oración. (Para que la diga el enfermo). - Señor, vos sois la suma justicia; la enfermedad que habéis querido enviarme debo merecerla, porque vos jamás afligís sin causa.


Para mi curación me someto a vuestra infinita misericordia; si os place volverme la salud, que vuestro santo nombre sea bendito; si por el contrario debo sufrir aún, que así mismo sea bendito; me someto sin murmurar a vuestros divinos decretos, porque todo lo que haréis no puede tener otro objeto que el bien de vuestras criaturas.


Haced, Dios mío, que esta enfermedad sea para mí un aviso saludable y me haga poner sobre mí mismo; la acepto como una expiación del pasado y como una prueba para mi fe y sumisión a vuestra santa voluntad. (Véase la Oración número 40).