18. Prefacio. Nuestros malos instintos son resultado de la imperfección de nuestro propio espíritu, y no de nuestra organización, pues de otra manera, el hombre no tendría ninguna responsabilidad. Nuestro mejoramiento depende de nosotros, porque todo hombre que tiene el goce de sus facultades, tiene, para todas las cosas, la libertad de hacer o de dejar de hacer; para hacer el bien sólo le falta voluntad. (Cap. XV, núm. 10. - Cap. XIX, núm. 12.)