4. Jesús definió las cualidades de la oración claramente, diciendo: Cuando
roguéis, no os pongáis en evidencia; rogad en secreto y no afectéis rogar mucho porque
no será por la multitud de las palabras que seréis oídos, sino por la sinceridad con que
sean dichas; antes de orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonádsela, porque la
oración no podría ser agradable a Dios si no sale de un corazón purificado de todo
sentimiento contrario a la caridad; en fin, rogad con humildad, como el publicano, y no
con orgullo, como el fariseo: examinad vuestros defectos y no vuestras cualidades, y si
os comparáis con otros, buscad lo que hay de malo en vosotros. (Cap. X, números 7 y
8.)