14. Otra. Espíritus muy amados, ángeles guardianes, vosotros a quienes Dios, en su infinita misericordia, permite velar sobre los hombres, sed nuestros protectores en las pruebas de nuestra vida terrestre. Dad-nos fuerza, valor y resignación; inspiradnos todo lo bueno y detenednos en la pendiente del mal; que vuestra dulce influencia penetre vuestra alma; haced que conozcamos que un amigo sincero está aquí cerca de nosotros, que ve nuestros sufrimientos y toma parte en nuestros goces.
Y vos, mi ángel de la guarda, no me abandonéis; tengo necesidad de vuestra protección para sobrellevar con fe y amor las pruebas que Dios quiera enviarme.