EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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14. Si la oración ejerce una especie de acción magnética, podría creerse que su efecto está subordinado al poder fluidico; pero no sucede así: puesto que los espíritus ejercen esta acción sobre los hombres, suplen cuando es necesario la insuficiencia del que ora, ya obrando directamente "en su nombre", ya dándole momentáneamente una fuerza excepcional, cuando se le juzga digno de este favor o cuando la cosa puede ser útil.

El hombre que no se cree bastante bueno para ejercer una influencia saludable, no por esto debe abstenerse de rogar por otro, con el pensamiento de que no es digno de ser escuchado. La conciencia de su inferioridad es una prueba de humildad siempre agradable a Dios, que toma en cuenta la intención caritativa que le anima su fervor y su confianza en Dios, son el primer paso de la vuelta al bien, y los buenos espíritus se felicitan de poderle alentar. La oración que no se escucha es la del "orgulloso que sólo tiene fe en su poder y en sus méritos, creyendo poder substituirse a la voluntad del Eterno".