EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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11. Estas palabras que Jesús dirigía a sus apóstoles cuando les envió por primera vez a anunciar la buena nueva, nada tenían de extraño en aquella época: eran conformes a las costumbres patriarcales de Oriente, en que al viajero se le recibía siempre en la tienda; pero entonces los viajeros eran raros; en los pueblos modernos, el aumento de la circulación ha debido crear nuevas costumbres; las de los pueblos antiguos sólo se encuentran en las comarcas retiradas, en donde no ha penetrado aún el movimiento; y si Jesús volviese hoy, ya no podría decir a sus apóstoles: Ponéos en marcha sin provisiones.


Además del sentido propio, estas palabras tienen un sentido moral muy profundo. Jesús ensenaba de este modo a sus discípulos a confiar en la Providencia, pues no teniendo nada, no podían tentar la ambición de aquellos que les recibían; este era el medio de distinguir a los caritativos de los egoístas; por esto les dijo: "Informáos de quién es digno para que os hospedéis en su casa; es decir, quien es el más humano para hospedar al viajero que no tiene con qué pagar, porque aquellos son dignos de vuestras palabras; les reconoceréis por su caridad.


En cuanto a los que no quisieran recibirles ni escucharles, ¿dijo, acaso, a sus apóstoles que les maldijeran, que se les impusieran, que usaran de violencia y apremio para convertirlos? No, sino que se fuesen sencillamente a otra parte y buscasen gentes de mejor voluntad.


Del mismo modo dice hoy el Espiritismo a sus adeptos: No violentéis ninguna conciencia, no obliguéis a ninguna persona a dejar sus creencias para adoptar la vuestra, no anatematicéis a los que no piensan como vosotros; acoged a los que os reciben y dejad en paz a los que os rechazan. Acordáos de las palabras de Cristo: en otro tiempo el Cielo se tomaba por la violencia, hoy por la dulzura. (Cap. IV, núms. 10 y 11.)