Valor de la fe
13. Todo aquel, pues, que me confesare delante de los hombres, lo confesaré
yo también delante de mi Padre, que está en los cielos. - Y el que me negare
delante de los hombres, lo negaré yo también delante de mi Padre, que está en los
cielos. (San Mateo, cap. X, v. 32 y 33).
14. Porque el que se afrentare de mí y de mis palabras, se afrentará de él el
hijo del hombre, cuando viniere de su majestad, y con la del Padre, y de los santos
ángeles. (San Lucas, cap. IX, v. 26).
15. El valor de la opinión se ha tenido siempre en estima por
los hombres,
porque es un mérito de desafiar los peligros, las persecuciones, las
contradicciones y aun
los simples sarcasmos a que se expone casi siempre el que no teme
confesar muy alto las
ideas que no son de todo el mundo. En esto, como en todo, el mérito está
en razón de
las circunstancias y de la importancia del resultado. Siempre hay
debilidad en retroceder
ante las consecuencias de su opinión y regenerarla, pero hay casos en
que es una
cobardía tan grande como huir en el momento del combate.
Jesús anatematiza esta cobardía desde el punto de vista especial de su
doctrina,
diciendo que si alguno se afrentare de sus palabras, también se
afrentará de El; que El
negará al que le niegue; que el que le confesará ante los hombres le
reconocerá ante su
Padre que está en los cielos; en otros términos: "Los que temerán el
confesarse
discípulos de la verdad, no son dignos de ser admitidos en el reino de
la verdad".
Perderán el beneficio de su fe, porque es una fe egoísta que guardan
para ellos mismos,
pero que la ocultan por miedo de que les ocasione perjuicio en este
mundo, mientras que aquellos que colocando la verdad sobre sus intereses
materiales la
proclaman abiertamente, trabajan al mismo tiempo para su porvenir y para
el de los
otros.
16. Lo mismo sucederá con los adeptos del Espiritismo, puesto que su doctrina
no es otra que el desarrollo y aplicación de la del Evangelio; a ellos se dirigen también
las palabras de Cristo. Siembran en la tierra lo que recogerán en la vida espiritual; allí
recogerán los frutos de su valor o de su debilidad.