10. El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo
de transmitir el pensamiento, ya sea que el ser a quien se ruega venga a nuestro
llamamiento, o que nuestro pensamiento llegue a el. Para formarse una idea de lo que
sucede en esta circunstancia, es menester representar a todos los seres, encarnados y
desencarnados, sumergidos con un fluido universal que ocupa el espacio, como aquí lo
estamos en la atmósfera. Ese fluído recibe una impulsión de la voluntad; es el vehículo
del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones
del aire están circunscritas, mientras que las del fluído universal se extienden hasta el
infinito. Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la
tierra o en el espacio, del encarnado al desencarnado o del desencarnado al encarnado,
se establece una corriente fluídica entre los los, la cual transmite el pensamiento como el
aire transmite el sonido.
La energía de la corriente está en razón con la del pensamiento y de la voluntad.
Así es como la oración es oída por los espíritus en cualquier parte que se encuentren,
como los espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como
se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.
Esta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de
la oración puramente mística; no es con objeto de materializar la oración, sino con el fin
de hacer comprensible su efecto, manifestando que puede tener una acción directa y
efectiva, sin que por esto deje de estar menos subordinada a la voluntad de Dios, juez
supremo de todas las cosas y el único que puede hacer eficaz su acción.