EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Para los espíritus arrepentidos

73. Prefacio. Seria injusto colocar en la categoría de los malos espíritus a los que sufren y, arrepentidos, piden oraciones; éstos han podido ser malos, pero ya no lo son, desde el momento que reconocen sus faltas y sienten haberlas cometido; sólo son desgraciados y algunos empiezan a gozar de una felicidad relativa.

74. Oración. Dios de misericordia, que aceptáis el arrepentimiento sincero del pecador, encarnado o desencarnado, aquí tenéis un espíritu que se ha complacido en el mal, pero que reconoce sus faltas y entra es el buen camino; dignaos, Dios mío, recibirle como a un hijo pródigo, y perdonadle.


Espíritus buenos cuya voz ha desconocido, de aquí en adelante quiere escucharos; permitid que pueda entrever la felicidad de los elegidos del Señor, con el fin de que persista en el deseo de purificarse para conseguirla; sostenedle en sus buenas resoluciones y dadle fuerza para resistir sus malos instintos.


Espíritu de N..., os felicitamos por vuestra conversión, y damos gracias a los buenos espíritus que os han ayudado.


Si antes os complacíais en el mal es porque no comprendíais cuán dulce es el goce de hacer el bien; os considerábais también demasiado bajo para poder consoguirlo; pero desde el instante en que habéis puesto el píe en el buen camino, una nueva luz ha brillado para vos; habéis empezado a disfrutar de una felicidad desconocida, y la esperanza ha entrado en vuestro corazón. Es que Dios escucha siempre la oración del pecador arrepentido y no rechaza a ninguno de los que vienen a El.


Para volver a entrar completamente en la gracia del Señor, aplicaos, desde hoy en adelante, no sólo a no hacer el mal, sino a hacer el bien, y sobre todo a reparar el mal que habéis hecho; entonces habréis satistecho a la justicia de Dios; cada buena acción borrará una de vuestras faltas pasadas.


El primer paso está dado; cuanto más avanzareis, tanto más fácil y agradable os será el camino. Perseverad, pues, y un día tendréis la dicha de contaros entre los espíritus buenos y felices.