EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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II. El alma se desvía y se turba cuando se sirve del cuerpo para considerar algún objeto; tiene vértigos como si estuviera ebria, porque se une a cosas que están por su naturaleza sujetas a cambios, en vez de que, cuando contempla su propia esencia, se dirige hacia lo que es puro, eterno, inmortal, y siendo de la misma naturaleza, permanece allí tanto tiempo como puede; entonces sus extravios cesan, porque está unida a lo que es inmutable, y este estado del alma es lo que se llama sabiduría. De este modo el hombre que considera las cosas de la tierra desde el punto de vista material, se hace ilusiones; para apreciarlas con exactitud, es menester verlas desde arriba, es decir, desde el punto de vista espiritual. El verdadero sabio debe, pues, aislar hasta cierto punto, el alma del cuerpo, para ver con los ojos del espíritu. Esto es lo que nos enseña el Espiritismo. (Cap. II, número 5).