3. En otra acepción se llama fe a la confianza que se tiene en el cumplimiento de una cosa, la certeza de alcanzar un objeto; da una especie de lucidez, que hace ver en el pensamiento el término hacia el cual uno se dirige y los medios de llegar a él por manera que aquel que la posee marcha, por decirlo así, con seguridad. En ambos casos puede hacer alcanzar grandes cosas.
La fe sincera y verdadera es siempre serena; da la paciencia que sabe esperar, porque teniendo su punto de apoyo en la inteligencia y en la comprensión de las cosas, está cierta de llegar al fin; la fe dudosa siente su propia debilidad; cuando está estimulada por el interés, se vuelve furibunda, y cree suplir la fuerza por la violencia. La calma en la lucha es siempre una señal de fuerza y de confianza; la violencia, por el contrario, es una prueba de debilidad y duda de sí mismo.