EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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2. Puesto que Dios posee la perfección infinita en todas las cosas, esta máxima: "Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto", tomada literalmente supondría la posibilidad de alcanzar la perfección absoluta. Si le fuese dable a la criatura el ser también perfecta como el Criador, sería igual a El, lo que es inadmisible. Pero los hombres a quienes se dirigía Jesús no hubieran comprendido esta diferencia, y por eso se limita a presentarles un modelo y les dice que se esfuercen en conseguirlo.


Es, pues, preciso entender por estas palabras la perfección relativa de la que la Humanidad es susceptible y que más la aproxima a la Divinidad. ¿En qué consiste esta perfección? Jesús lo dijo: "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, rogad por los que os persiguen y calumnian". El enseña con esto que la esencia de la perfección es la caridad en su más alta acepción, porque abraza la práctica de todas las demás virtudes.


En efecto, si se observan los resultados de todos los vicios y aun los simples efectos, se reconocerá que no hay uno siquiera que no áltere más o menos el sentimiento de la caridad, porque todos tienen su principio en el egoísmo y en el orgullo, que son su negación, porque todo aquello que excita el sentimiento de la personalidad, destruye, o al menos debilita, los elementos de la verdadera caridad, que son la benevolencia, la indulgencia, la abnegación, y el afecto. El amor al prójimo llevado hasta el amor de sus enemigos, no pudiéndose unir con ningún defecto contrario a la caridad, es, por lo mismo, indicio de mayor o menor superioridad moral; de donde se sigue que el grado de la perfección está en razón de la extensión de este amor; por esto Jesús, después de haber dado a sus discípulos las reglas de caridad en lo que tienen de más sublime, les dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro padre celestial es perfecto".