8. La tierra produce lo suficiente para alimentar a todos sus habitantes; cuando
los hombres sabrán administrar los bienes que da según las leyes de justicia, de caridad y
de amor al prójimo, cuando la fraternidad reinará entre los diversos pueblos, como entre
las provincias de un mismo imperio, lo superfluo momentáneo del uno servirá para el
otro, y cada uno tendrá lo necesario. El rico se considerará entonces como teniendo una
grande cantidad de semillas, que si las siembra, producirán el céntuplo para él y para los
otros; pero si él solo se come las semillas, si malgasta y deja perder lo sobrante de lo que
coma nada producirán, y no habrá para todos, y si las encierra en su granero, los
gusanos las comerán: por esto ha dicho Jesús: No acumuléis tesoros en la tierra, que son
perecederos, pero sí en el cielo, porque son eternos, o en otros términos: no déis más
importancia a los bienes materiales que a los bienes espirituales y saber sacrificar los
primeros en provecho de los segundos. (Cap. XVI, núm. 7 y siguientes.)
La caridad y la fraternidad no se decretan con leyes; si no están en el corazón, el
egoísmo las ahogará siempre; hacérselas penetrar, es obra del Espiritismo.