18. Queridos amigos, sed severos para con vosotros mismos e indulgentes
para
con las debilidades de los otros; también esto es una práctica de la
santa caridad que
muy pocas personas observan. Todos vosotros tenéis malas inclinaciones
que vencer,
defectos que corregir, costumbres que modificar, todos vosotros tenéis
una carga más o
menos pesada que depositar para subir a la cumbre de la montaña del
progreso. ¿Por
qué, pues, veis tanto para el prójimo, y sois tan ciegos para vosotros
mismos? ¿Cuándo,
pues, cesaréis de advertir en el ojo de vuestro hermano una arista de
paja que le hiere,
sin mirar en el vuestro la viga que os ciega, y os hace marchar de
precipicio en
precipicio? Creed en vuestros hermanos los espíritus: Todo hombre
bastante orgulloso
para creerse superior en virtud y en mérito a sus hermanos encarnados es
insensato y
culpable, y Dios le castigará en el día de su justicia. El verdadero
carácter de la caridad,
es la modestia y la humildad que consiste en no ver superficialmente los
defectos para
dedicarse a hacer volver lo que hay en el bueno y virtuoso; porque si el
corazón humano
es un abismo de corrupción, existe siempre en algunos de sus pliegues
más escondidos,
el gérmen de buenos sentimientos, chispa brillante de la esencia
espiritual.
¡Espiritismo, doctrina consoladora y bendita; felices los que te conocen
y se
aprovechan de las saludables enseñanzas de los espíritus del Señor! Para
ellos el camino
es claro, y durante todo el viaje pueden leer estas palabras que les
indican el medio de
llegar al fin: caridad práctica, caridad de corazón, caridad para el
prójimo como para sí
mismo, en una palabra, caridad para todos y amor de Dios sobre todas las
cosas, porque el amor de Dios resume todos los deberes y porque
realmente es imposible amar
a Dios sin practicar la caridad, de la que hace una ley para con todas
sus criaturas.
(Dufétre, obispo de Nevers, Bordeaux).