5. Caridad y humildad: tal es, pues, el sólo camino de la salvación; egoísmo y
orgullo, tal es el de la perdíción. Este principio está formulado en términos precisos en
estas palabras: "Amaréis a Dios de toda vuestra alma y a vuestro prójimo como a
vosotrós mismos"; "toda la ley y los profetas están encerrados en estos dos
mandamientos". Y para que no haya equivocación sobre la interpretación del amor de
Dios y del prójimo, añade: "Y el segundo semejante es a éste"; es decir, que no se puede
verdaderamente amar a Dios, sin amar a su prójimo, ni amar a su prójimo sin amar a
Dios; pues todo lo que se hace contra el prójimo, se hace contra Dios. No pudiendo
amar a Dios, sin practicar la caridad con el prójimo, todos los deberes del hombre están
resumidos en esta máxima: "Sin caridad no hay salvación".