Necesidad de la caridad, según San Pablo
6. Si yo hablara lenguas de hombres y ángeles y no tuviera caridad, soy como metal que suena, o campana que retiñe. - Y si tuviese profecía, y supiese todos los misterios y cuanto se pudiese saber; y si tuviese toda la fe, de manera que traspasase los montes, y no tuviese caridad, nada soy. Y si distribuyese todos mi bienes en dar de comer a pobres y si entregare mi cuerpo para ser quemado, y no tuviese caridad, nada me aprovecha.
La caridad es paciente, es benigna: la caridad no es envidiosa, no obra precipitadamente, no se ensoberbece. - No es ambiciosa, no busca sus provechos, no se mueve a ira, no piensa mal. - No se goza de la iniquidad, mas se goza de la verdad: Todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Y ahora permanecen estas tres cosas, la fe, la esperanza y la caridad. Mas de éstas, la mayor es la caridad. (San Pablo: 1ª epístola a los Corintios, capítulo XIII, v. de 1 a 7 y 13.)
7. San Pablo ha comprendido de tal modo esta gran verdad, que dice: "Si yo hablara lenguas de hombres y de ángeles y no tuviere caridad, soy como metal que suena o campana que retiñe. Y si tuviese profecia y supiese todos los misterios y cuanto se puede saber; y si tuviese toda la fe, de manera que traspasase los montes, y no tuviere caridad, nada soy. - Y ahora permanecen estas tres cosas, la fe, la esperanza y la caridad." Coloca de este modo sin equívoco, la caridad sobre la fe; es porque la caridad está al alcance de todo el mundo, del ignorante y del sabio, del rico y del pobre, y es independiente de toda creencia particular.
Hace más; define la verdadera caridad, la manifiesta; no sólo en la beneficencia, sino en el conjunto de todas las cualidades del corazón, en la bondad y en la benevoleñcia con respecto al prójimo. Fuera de la Iglesia no hay salvación.