EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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55. Otra. Dios mío, me habéis confiado la suerte de uno de vuestros espíritus; haced, Señor, que sea digno del deber que se me ha impuesto; concededme vuestra protección; iluminad mi inteligencia con el fin de que pueda discernir con tiempo las tendencias del que debo preparar para entrar en vuestra paz.