9. La oración es una invocación; por ella nos ponemos con el pensamiento en
relación con el ser a quien nos dirigimos. Puede tener por objeto suplicar, dar gracias o
glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. Las
oraciones dirigidas a Dios son oídas por los espíritus encargados de la ejecución de su
voluntad, y las que se dirigen a los buenos espíritus son transmitidas a Dios. Cuando se
ruega a otros seres que a Dios, sólo es con el titulo de intermediarios, de intercesores,
porque nada puede hacerse sin la voluntad de Dios.