Moisés
2. La ley mosáica se compone de dos partes distintas: la ley de Dios, promulgada en el monte Sinaí, y la ley civil o disciplinaria, establecida por Moisés; la una, es invariable, y la otra, apropiada a las costumbres y al carácter del pueblo, se modifica con el tiempo. La ley de Dios está formada en los diez mandamientos siguientes:
I. Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. - No tendrás Dioses ajenos delante de mí. - No harás para tí obra de escultura ni figura, de lo que hay arriba del cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni les darás culto.
II. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano.
III. Acuérdate de santificar el día de sábado.
IV. Honra a tu padre y a tu madre para que seas de larga vida en la tierra, que el Señor tu Dios te dará.
V. No matarás.
VI. No cometerás adulterio.
VII. No hurtarás.
VIII. No levantarás contra tu prójimo falso testimonio.
IX. No desearás la mujer de tu prójimo.
X. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de las que son de él.
Esta ley es de todos tiempos y de todos los países y por lo mismo tiene un carácter divino. Las leyes establecidas por Moisés, obligado a contener por el miedo a un pueblo naturalmente turbulento e indisciplinado, en que tenía que combatir abusos arraigados y preocupaciones adquiridas en la servidumbre de Egipto, son muy diferentes. Para revestir de autoridad sus leyes, debió atribuirles su origen divino, como lo hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos; la autoridad del hombre debía apoyarse en la autoridad de Dios, pues sólo la idea de un Dios terrible podía impresionar a hombres ignorantes, en quienes el sentido moral y el sentimiento de una exquisita justicia estaban aun poco desarrollados. Es evidente que el que había establecido en sus mandamientos: No matarás, no harás mal a tu prójimo, etc., no podía contradecirse elevando a deber el exterminio. Las leyes mosáicas propiamente dichas, tenían, pues, un carácter esencialmente transitorio.