Dejad a los muertos el cuidado de enterrar a sus muertos
7. Y a otro dijo: Sígueme. Y él respondió: Señor, déjame ir antes a enterrar a mi padre. - Y Jesús le dijo: deja que los muertos entierren a sus muertos; mas tú ve y anuncia el reino de Dios. (San Lucas, cap. IX, v. 50 y 60).
8. ¿Qué pueden significar estas palabras: "Deja que los muertos entierren a sus muertos"? Las consideraciones que proceden manifiestan, en primer lugar, que en las circunstancias en que fueron pronunciadas no podían expresar una reprobación contra el que miraba como un deber de piedad filial el ir a enterrar a su padre; pero encierran un sentido profundo que sólo un conocimiento más completo de la vida espiritual podía hacer comprender.
En efecto: la vida espiritual es la vida verdadera, es la vida normal del espíritu; su existencia terrestre sólo es transitoria y pasajera; es una especie de muerte si se la compara con el esplendor y la actividad de la vida espiritual. El cuerpo no es otra cosa que un hábito grosero que reviste momentáneamente el espíritu, verdadera causa que le une al terrón de tierra, y es feliz cuando queda libre de ella. El respeto que se tiene por los muertos no es por la materia, sino por el recuerdo del espíritu ausente; es análogo al que se tiene por los objetos que le pertenecieron, que él tocó y que los que le han amado guardan como reliquias. Esto es lo que aquel hombre no podía comprender por sí mismo; Jesús se lo enseñó diciéndole: "No os inquietéis por el cuerpo; antes bien, cuidad al espíritu id a enseñar el reino de Dios; id a decir a los hombres que su patria no está en la Tierra, sino en el Cielo, en donde se encuentra la verdadera vida".