12. Y los Escribas y los Fariseos le trajeron una mujer, sorprendida en
adulterio; y la pusieron en medio. -Y le dijeron: Maestro, esta mujer ha
sido ahora
sorprendida en adulterío. - Y Moisés nos mandó en la ley apedrear a
estas tales.
¿Pues tú, qué dices? - Y esto lo decían tentándole para poderle acusar:
Mas Jesús,
inclinado hacía abajo, escribía con el dedo en tierra. - Y como
porfiasen en
preguntarle, se enderezó, y les dijo: El que entre vosotros esté sin
pecado, tire
contra ella la piedra el primero. - E inclinándose de nuevo, continuaba
escribiendo
en tíerra. - Ellos, cuando esto oyeron, se salieron los unos en pos de
los otros, y los
más ancianos los primeros: y quedó Jesús solo, y la mujer que estaba en
pie en
medio. Y enderezándose Jesús, la dijo: Mujer, ¿en dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?-Dijo ella: Ninguno, Señor. Y dijo
Jesús. Ni yo tampoco te condenaré. Vete y no peques ya más. (San
Juan, cap. VIII, v. 3 a 11).