EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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33. La regeneración de la humanidad, por consiguiente, no requiere en absoluto la renovación integral de los Espíritus: basta con una modificación en sus disposiciones morales. Esa modificación se verifica en todos aquellos que están predispuestos, toda vez que sean sustraídos de la influencia perniciosa del mundo. Por lo tanto, no siempre son otros los Espíritus que regresan; a menudo son los mismos Espíritus, pero que piensan y sienten de otra manera.


Cuando ese mejoramiento es aislado e individual, pasa desapercibido, y no ejerce ninguna influencia ostensible para el mundo. Pero el efecto es completamente diferente cuando el mejoramiento se produce simultáneamente sobre grandes masas, porque entonces, de acuerdo con las proporciones que adopte en una generación, puede modificar profundamente las ideas de un pueblo o de una raza.


Eso es lo que se nota casi siempre, después de las grandes conmociones que diezman a los pueblos. Los flagelos destructores sólo destruyen los cuerpos, pero no alcanzan al Espíritu; activan el movimiento de ingreso y salida entre el mundo corporal y el mundo espiritual y, por consiguiente, el movimiento progresivo de los Espíritus encarnados y desencarnados. Hay que hacer notar que, en todas las épocas de la Historia, a las grandes crisis sociales les siguió una etapa de progreso.