EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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1. En su acepción etimológica, la palabra milagro (de mirari, admirar) significa: admirable, cosa extraordinaria, sorprendente. La Academia la definió así: Un acto del poder divino contrario a las leyes conocidas de la naturaleza.


En su acepción usual, dicha palabra ha perdido, como tantas otras, su significado primitivo, que en un principio era general y más tarde quedó restringido a un orden específico de hechos. Según el concepto del vulgo, un milagro implica la idea de un hecho sobrenatural. En el sentido teológico, consiste en una derogación de las leyes de la naturaleza, por medio de la cual Dios pone de manifiesto su poder. Esa es, en efecto, la acepción vulgar, que se convirtió en el significado aceptado, de modo que sólo por comparación y en sentido metafórico se aplica a las circunstancias ordinarias de la vida.


Una de las características de los milagros propiamente dichos es el hecho de que son inexplicables, y que se realizan, por eso mismo, con exclusión de las leyes naturales. Tan firme es esa idea que se le asocia, que si un hecho milagroso llega a tener una explicación, se dice que ya no constituye un milagro, por más sorprendente que sea. Para la Iglesia, lo que confiere valor a los milagros es justamente su origen sobrenatural, así como la imposibilidad de que sean explicados; y se afirmó de tal modo sobre ese concepto, que toda asimilación de los milagros a los fenómenos de la naturaleza constituye, para ella, una herejía, un atentado contra la fe; a tal punto que ha excomulgado e incluso quemado a muchas personas porque no quisieron creer en ciertos milagros.


Otra característica del milagro es el hecho de que sea insó- lito, aislado, excepcional. Tan pronto como un fenómeno se reproduce, ya sea espontáneamente o por un acto de la voluntad, significa que está sujeto a una ley, sea esta conocida o no, de modo que ya no puede ser un milagro.