EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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CAPÍTULO VII - Esbozo geológico de la Tierra
Períodos geológicos

1. La Tierra conserva las huellas evidentes de su formación. Gracias a las diferentes capas que componen su corteza podemos conocer sus etapas con suma precisión. El conjunto de estos estudios constituyen la Geología, ciencia de este siglo que aclara el espinoso problema del origen de nuestro planeta y el de los seres vivos que lo habitan. No se trata de hipótesis. Es el resultado riguroso de la observación de los hechos, ante cuya presencia la duda ya no tiene más cabida. La historia de la formación del mundo está escrita en las capas geológicas, de una manera mucho más certera que en los libros preconcebidos, porque es la Naturaleza misma quien habla y se revela a sí misma y no la imaginación humana que crea sistemas. Donde se ven huellas de fuego, se puede asegurar con certeza que hubo fuego; donde se distinguen rastros de agua, se sabe que allí existió agua; donde aparecen restos animales se puede establecer que en ese sitio vivieron animales. La Geología saca conclusiones de lo que ve. En caso de duda, no asegura nada: emite únicamente opiniones discutibles cuya solución definitiva esperará observaciones más completas. Sin los descubrimientos de la Geología, como sin aquellos que aportó la Astronomía, el génesis del mundo estaría aún entre las tinieblas de la leyenda. Gracias a la Geología, el hombre de hoy conoce la historia de su planeta y el andamiaje de fábulas que rodeaban a su origen se derrumbó para no levantarse más.

2. En todo terreno donde existan excavaciones naturales o practicadas por el hombre, se observa lo que se ha dado en llamar estratificaciones, es decir, capas superpuestas. Los terrenos que presentan esta disposición son llamados terrenos estratificados. Estas capas, de espesor muy variable, desde algunos centímetros hasta cientos de metros o más, se distinguen entre sí por el color y la naturaleza de la sustancia que las componen. Los trabajos arqueológicos, la perforación de pozos, la explotación de canteras y sobre todo las minas han permitido observarlas hasta profundidades considerables.

3. Las capas son generalmente homogéneas, es decir, que cada una está formada por una o por diversas sustancias que existieron juntas y que han constituido un todo compacto. La línea de demarcación que las separa siempre está trazada con claridad, como los cimientos de un edificio: en ningún punto se mezclan ni confunden sus límites, como ocurre, por ejemplo, con los colores del prisma y del arco iris. En razón de estas características, sabemos que fueron formadas sucesivamente, depositadas una sobre la otra en condiciones y por motivos diferentes. Las más profundas se formaron obviamente primero y las más superficiales con posterioridad. La última de todas, aquella que conforma la superficie, es el estrato de tierra vegetal que debe sus propiedades a los detritus de materias orgánicas provenientes de las plantas y los animales.

4. Los estratos inferiores, ubicados por debajo de la capa vegetal, reciben en Geología el nombre de rocas, palabra que en esta acepción no implica necesariamente una sustancia pedregosa, sino que se aplica a un lecho o banco de una sustancia mineral cualquiera. Algunos están formados por arena, arcilla, tierra gredosa, marga y cantos rodados; otros por piedras de mayor o menor dureza, tales como la arenisca, mármol, tiza, caliza, pedernal, carbón de piedra, asfaltita, etc. Del espesor de la roca, dependerá su solidez. Observando la naturaleza de estas rocas o estratos, se pueden apreciar señales concretas de sus diversos orígenes: unas, provienen de materias fundidas, a veces vitrificadas por la acción del fuego; otras, de sustancias terrosas depositadas por las aguas. Algunas de estas sustancias permanecieron disgregadas, como la arena; otras, en principio pastosas, por la acción de ciertos agentes químicos o por otras causas, se endurecieron y adquirieron con el tiempo la consistencia de la piedra. Los bancos de piedras superpuestas son signos de depósitos sucesivos. El fuego y el agua intervinieron en la formación de los materiales que componen la corteza sólida del planeta.

5. La dirección horizontal es la posición normal de los estratos terrosos o pedregosos provenientes de depósitos de agua. Cuando vemos esas inmensas planicies, perfectamente horizontales, unidas como si hubiesen sido niveladas con un rodillo, extenderse hasta perderse de vista, o a esos valles tan planos como la superficie de un lago, podemos asegurar que en una época más o menos remota esos sitios se hallaron cubiertos por aguas calmas, las cuales, al retirarse, dejaron en seco a las tierras que ellas mismas depositaron durante su estancia. Después del retiro de las aguas, la vegetación cubrió esas tierras. Si en vez de tierras grasas, limosas, arcillosas o margosas, con propensión a asimilar los principios nutritivos, las aguas sólo hubiesen depositado arenas silíceas, sin agregación, las planicies serían arenosas y áridas y constituirían landas y desiertos. Los depósitos que dejan las inundaciones parciales y los que forman los terrenos o deltas en la desembocadura de los ríos, pueden darnos una idea en pequeña escala.

6. Aunque la horizontalidad sea la posición clásica y más generalizada en las formaciones acuosas, se ven a menudo, en los países montañosos y ocupando extensiones considerables, rocas duras cuya naturaleza indica que fueron formadas por las aguas y cuya posición es inclinada e incluso vertical. Ahora bien, según las leyes de gravedad y equilibrio de los espíritus, los depósitos acuosos sólo pueden formarse en planos horizontales, ya que cuando se formaran en planos inclinados las corrientes y el propio peso los llevaría hacia el fondo. Por tanto, resulta evidente que estos depósitos fueron elevados por alguna fuerza. Con posterioridad a su solidificación o transformación en piedra. De estas consideraciones podemos deducir con certeza que las capas pedregosas originadas en depósitos de agua cuya posición es perfectamente horizontal, fueron formadas en el transcurso de muchos siglos por aguas tranquilas, y siempre que presenten una posición inclinada se deberá a que el suelo fue sacudido y dislocado con posterioridad por la acción de movimientos generales o parciales de mayor o menor consideración.

7. Un hecho característico de la mayor importancia, por el testimonio irrecusable que provee, es el hallazgo de restos fósiles1 de animales y vegetales que en gran número se hallan en las diversas capas. Encontramos estos restos incluso en las piedras más duras, de lo cual se deduce que la existencia de estos seres es anterior a la formación de las mismas piedras. Ahora bien, si pensamos 1. Fósil: del latín fossilia, derivado de fossa, fosse y de fodere, cavar, escarbar la tierra. Esta palabra designa en Geología a los cuerpos o restos de cuerpos organizados de seres que vivieron con anterioridad a los tiempos históricos. Por extensión se designa también con ella a las sustancias minerales que presentan huellas de la presencia de seres organizados, tales como huellas de vegetales o de animales. La palabra petrificación sólo se emplea para los cuerpos transformados en piedra, hecho que se produce por la infiltración de materias silíceas o calcáreas en los tejidos orgánicos. Todas las petrificaciones son necesariamente fósiles, mas todos los fósiles no son petrificaciones. Ciertos objetos, al estar sumergidos en aguas de sustancias calcáreas, se cubren de una capa pedregosa, como los que se pueden hallar en el riacho de Saint-Allyre, cerca de Clermont, en Auvernia, pero, en ese caso, no se trata de petrificaciones, sino de simples incrustaciones. Los monumentos, inscripciones y objetos de fabricación humana son del dominio de la arqueología. [N. de A. Kardec.] en el número increíble de siglos que fueron necesarios para operar el endurecimiento y llevarlas al estado en que se encuentran desde tiempo inmemorial, se llega forzosamente a esta conclusión: la aparición de los seres orgánicos sobre la Tierra se pierde en la noche de los tiempos y es muy anterior, en consecuencia, a la fecha asignada por el Génesis.

8. Entre estos restos vegetales y animales, hay algunos que sufrieron la penetración, en todas sus partes, de materias silíceas o calcáreas, que los convirtieron en piedras, algunas tan duras como el mármol, mas todo ello sin que su forma se haya visto alterada: éstas son las verdaderas petrificaciones. Otros se recubrieron de materia no solidificada, están intactos y, algunos, se alojan totalmente en las piedras más duras. Otros sólo dejaron huellas de una nitidez y delicadeza perfecta. En el interior de ciertas piedras se hallaron hasta huellas de pisadas, y según la forma del pie, dedos o uñas, se puede saber a qué especie animal pertenecieron.

9. Los fósiles animales comprenden sólo las partes sólidas y resistentes, es decir, los huesos, caparazones y astas. A veces se trata de esqueletos completos, pero, generalmente, son partes separadas, aunque es fácil reconocer el origen. Inspeccionando una mandíbula o un diente se sabe inmediatamente si perteneció a un animal herbívoro o carnívoro. Como todas las partes del animal guardan una correlación entre sí, la forma de la cabeza, de un omóplato, el hueso de una pata, de un pie, son suficientes para determinar la talla, la forma general y el género de vida del animal.2 Los animales terrestres poseen una organización que no permite confundirlos con los animales acuáticos. Los peces y las valvas fósiles son muy numerosos, y las valvas, solas, forman a veces bancos de considerable espesor. Por su naturaleza, se reconoce fácilmente si pertenecieron a animales de mar o de río.

10. Los cantos rodados constituyen en ciertas regiones aglomeraciones importantes que son un indicio inequívoco de su origen. Son redondeados como los guijarros que pueblan las playas marítimas y su forma se debe al roce de las aguas. Las comarcas en que se encuentran enterrados en gran cantidad fueron sin duda ocupadas mucho tiempo por algún océano o aguas violentamente agitadas.

11. Los terrenos de las diversas formaciones se caracterizan, además, por la naturaleza de los fósiles que encierran. Los más antiguos contienen especies animales o vegetales extinguidas en la superficie terrestre. Ciertas especies más recientes también han desaparecido, pero se conservan sus pares, que sólo difieren de sus predecesores por la talla y algunas variantes de forma. Otros, en quienes vemos a los últimos representantes, se hallan en vías de desaparecer, son los casos del elefante, el rinoceronte, el hipopótamo y otros. Así es que a medida que las capas terrestres se aproximan a nuestra época, las especies vegetales y animales se acercan también a las que existen hoy. Las perturbaciones y los cataclismos que desde el origen de la Tierra tuvieron lugar, cambiaron las condiciones de aptitud para la conservación de la vida e hicieron desaparecer generaciones enteras de seres vivos.

12. Al estudiar la naturaleza de las capas geológicas, se sabe de manera positiva si en la época de su formación la comarca que las comprende estaba ocupada por el mar, por lagos, bosques o planicies pobladas por animales de tierra. Si en una misma comarca encontramos una serie de capas superpuestas conteniendo alternativamente fósiles marinos, terrestres y de agua dulce de una manera reiterada, tendremos la prueba indiscutible de que esta misma comarca estuvo invadida en diversas oportunidades por el mar, cubierta por lagos y también desprovista de agua. ¡Y qué número increíble de siglos, de miles de siglos tal vez, fue preciso para que cada período se cumpliese! ¡Qué fuerza poderosa habrá debido actuar para trasladar y colocar de nuevo un océano o para levantar las montañas! ¡Por cuántas revoluciones físicas, por cuántas conmociones violentas debe haber pasado la Tierra hasta llegar a ser tal cual la vemos desde los tiempos históricos! ¡Y se quiere sostener que se ha puesto en esa transformación menos tiempo del que necesita una simiente para germinar! 2. Georges Cuvier llevó la ciencia paleontológica a un grado de adelanto tal, que un solo hueso basta a menudo para determinar el género, la especie, la forma del animal, sus hábitos y para reconstruirlo íntegro. [N. de A. Kardec.]

13. El estudio de las capas geológicas atestigua -tal cual ha sido dicho- las formaciones sucesivas que cambiaron el aspecto del globo y dividen su historia en varios períodos. Estas épocas constituyen los períodos geológicos, cuyo conocimiento es esencial para la comprensión del génesis. Contamos seis períodos principales, a saber: período primario, de transición, secundario, terciario, diluviano, posdiluviano o actual. Los terrenos formados durante cada uno de estos períodos se denominan también: terrenos primitivos, de transición, secundarios, etc. Se dice así que tal o cual capa o roca, tal o cual fósil se encuentra en los terrenos de un determinado período.

14. Es necesario tener en cuenta que el número de estos períodos no es absoluto y que depende de los sistemas de clasificación. Los seis principales designados más arriba sólo comprenden aquellos períodos marcados por un cambio notable y general en el estado del planeta. Pero la observación prueba que varias formaciones sucesivas se operaron durante cada uno de ellos, motivo por el cual se los divide en subperíodos caracterizados por la naturaleza de los terrenos, siendo de veintiséis el número de formaciones generales bien caracterizadas, sin contar a las que provienen de modificaciones debidas a causas puramente locales.

Estado primitivo del globo

15. El achatamiento de los polos y otros hechos concluyentes señalan con certeza que la Tierra en su origen se hallaba en un estado de fluidez o pastosidad. La razón de este estado pudo haber sido la materia licuada por el fuego o empapada por el agua. El proverbio dice: “No hay humo sin fuego.” Esta proposición, rigurosamente cierta, es una aplicación del principio: No hay efecto sin causa. Por la misma razón, se puede decir: No hay fuego sin hogar. Ahora bien, por los hechos que ocurren en nuestra presencia, sabemos que un hogar debe producir fuego, no solamente humo. Como ese fuego viene del interior de la Tierra y no de lo alto, el hogar debe ser interior. Al ser el fuego permanente, también debe serlo el hogar. El calor aumenta a medida que se penetra en el interior de la Tierra. A una cierta distancia de la superficie alcanza una temperatura muy elevada. La temperatura de las fuentes termales será mayor según se origine a menor o mayor profundidad. Los destellos y masas de materiales fundidos e inflamados que se escapan de los volcanes, como de inmensos tragaluces, o por hendiduras producidas por ciertos temblores de tierra, no dejan duda alguna sobre la existencia de un fuego interior.

16. La experiencia demuestra que la temperatura se eleva un grado por cada treinta metros de profundidad: de donde se deduce que a una profundidad de 300 m., el aumento será de 10º; a 3.000 m., de 100º, temperatura del agua en ebullición; a 30.000 m., de 1.000º; a 99km., de más de 3.300º, temperatura que ninguna materia conocida puede resistir sin fusionarse. De allí hasta el centro hay todavía una distancia de más de 6.378 km., dado que el diámetro es de 12.756km., y todo ese espacio estaría ocupado por materias fundidas. Aunque sólo sea una conjetura, juzgando la causa por el efecto, presenta todos los caracteres de la probabilidad, llegándose a esta conclusión: la Tierra es aún una masa incandescente recubierta por una corteza sólida de 25 leguas como máximo de espesor, lo que representaría apenas la 120.ª parte de su diámetro. En proporción, no llegaría a corresponder siquiera al grosor de la más fina cáscara de naranja. Además, el espesor de la corteza terrestre es muy variable, ya que hay regiones, sobre todo en terrenos volcánicos, donde el calor y la flexibilidad del suelo indican un grosor de muy poca consideración. La elevada temperatura de las aguas termales también señala la vecindad del fuego central.

17. De acuerdo con esto, parece evidente que el estado primitivo de fluidez o pastosidad de la Tierra debe haber tenido por causa la acción del calor y no la del agua. Entonces, la Tierra era en su origen una masa incandescente, y como consecuencia de la radiación calórica, ocurrió lo que acontece a toda materia en fusión: poco a poco se fue enfriando y ese enfriamiento comenzó obviamente en la superficie, que se endureció, mientras que el interior permaneció en estado de fluidez. Se puede comparar a la Tierra con un pedazo de carbón, que al salir del horno es todo rojo, mas su superficie se apaga y enfría en contacto con el aire, mientras que, si se lo parte, su interior permanece aún incandescente.

18. Cuando el globo terrestre era una masa incandescente, contenía la misma cantidad de átomos que encierra hoy, sólo que, bajo la influencia de la elevada temperatura, la mayor parte de las sustancias que lo componen y que vemos bajo la forma de líquidos o sólidos, de tierra, piedras, metales y cristales, se hallaban en un estado muy diferente. Se limitaron a sufrir una transformación, y como consecuencia del enfriamiento y las aleaciones, los elementos formaron nuevas combinaciones. El aire, considerablemente dilatado, debió extenderse a través de una inmensa distancia. La totalidad del agua, forzosamente reducida a vapor, estaba mezclada con el aire. Todas las materias susceptibles de volatilizarse, como los metales, el azufre y el carbono, se hallaban en estado gaseoso. El estado de la atmósfera no se parecía en nada al actual. La densidad de todos esos vapores le prestaban una opacidad que no podía atravesar ningún rayo del Sol. Si hubiese podido existir en esa época un ser vivo sobre la superficie terrestre, sólo lo hubiera iluminado el destello siniestro del hornillo ubicado bajo sus pies, y la atmósfera abrasadora no hubiera siquiera sospechado la existencia del Sol.

Período primario

19. El primer efecto del enfriamiento fue la solidificación de la superficie exterior de la masa en fusión y la formación de una corteza resistente, delgada en un comienzo y que poco a poco se fue espesando. Esta corteza constituye la piedra denominada granito, extremadamente dura, llamada así por su aspecto granulado. En él distinguimos tres sustancias principales: el feldespato, el cuarzo o cristal de roca, y la mica. Ésta última posee brillo metálico, aunque no es un metal. El estrato granítico fue el primero en formarse. Cubre el planeta entero y constituye en cierta manera la osamenta: es el producto directo de la materia en fusión, consolidada. Sobre este estrato y en las cavidades que presenta su superficie escabrosa se fueron depositando, en sucesivas etapas, capas de otros terrenos formados con posterioridad. Lo que lo distingue de los últimos es la ausencia de estratificación: forma una masa compacta y uniforme en todo su espesor y no presenta capas. La agitación de la materia incandescente produjo numerosas y profundas hendiduras, por donde se desparramaba esta materia.

20. El segundo efecto del enfriamiento fue la licuefacción de ciertas materias que se hallaban en el aire en estado vaporoso y que se precipitaron a la superficie del suelo. Hubo entonces lluvias y lagos de azufre, de betún, verdaderos ríos de hierro, de cobre, plomo y otros metales fundidos. Esas materias, al infiltrarse en las fisuras, constituyeron las vetas y filones metálicos. Bajo la influencia de estos diferentes agentes, la superficie granítica experimentó descomposiciones alternativas: se produjeron aleaciones que dieron lugar a los terrenos primitivos propiamente dichos, diferentes de la roca granítica, pero en masas confusas y sin estratificación regular. Luego llegaron las aguas. Éstas caían sobre un suelo quemante que las evaporaba, volviendo ellas a caer en forma de lluvia torrencial, y así sucesivamente hasta que la temperatura les permitió permanecer en el suelo en estado líquido. Con la formación de los terrenos graníticos comenzó la serie de los períodos geológicos, a los que convendría agregar el de estado primitivo de incandescencia del globo.

21. Tal fue el aspecto de este primer período, verdadero caos de elementos en desorden en la búsqueda de un sitio definitivo, en el que ningún ser vivo podía existir. Por tal razón es que uno de sus caracteres geológicos distintivos es la ausencia total de restos vegetales y animales. Es imposible asignar una duración determinada a este primer período, como también ocurre con los siguientes. Pero, según el tiempo que pone un cuerpo esférico de un determinado volumen, calentado al rojo blanco, para que su superficie se enfríe al extremo de que una gota de agua pueda permanecer sobre él en estado líquido, se calcula que de tener ese pedazo de carbón el espesor de la Tierra tardaría más de un millón de años.

Período de transición


22. En los primeros tiempos del período de transición, la corteza sólida granítica tenía poco espesor y ofrecía apenas una débil resistencia a la agitación de las masas materiales incandescentes a las que recubría y comprimía. Se producían dilataciones y grietas numerosas por donde se desparramaba la lava interior. El suelo presentaba accidentes poco considerables. Las aguas, poco profundas, cubrían casi toda la superficie del globo, con excepción de las partes elevadas que formaban terrenos bajos frecuentemente sumergidos. El aire se fue purgando de las materias más pesadas, momentáneamente en estado gaseoso, las que al condensarse por efecto del enfriamiento se precipitaron a tierra para ser arrastradas y disueltas por las aguas. Cuando nos referimos al enfriamiento en esa época, es preciso entenderlo en un sentido relativo, es decir, en relación con el estado primitivo, ya que la temperatura debía ser aún abrasadora. Los espesos vapores acuosos, que se elevaban desde todas partes de la inmensa superficie líquida, caían en forma de lluvias abundantes y cálidas, oscureciendo el aire. Sin embargo, los rayos del Sol comenzaron a atravesar la atmósfera brumosa. El ácido carbónico, sustancia naturalmente gaseosa y una de las partes que constituían al aire, fue uno de los últimos elementos en desaparecer de la atmósfera.

23. En esta época comenzaron a formarse los terrenos sedimentados por las aguas cargadas de limo y materias diversas, aptas para la vida orgánica. Es entonces que aparecieron los primeros seres vivos de los reinos vegetal y animal. En un comienzo en pequeño número, pero se encuentran huellas más frecuentes de ellos a medida que se asciende en las capas de esta formación. Llama la atención que tan pronto como las condiciones fueron propicias, la vida se manifestó y cada especie apareció una vez producidas las condiciones necesarias para su existencia.

24. Los primeros seres orgánicos que aparecieron sobre la Tierra fueron los vegetales, de organización menos complicada, designados en Botánica con los nombres de criptógamos, acotiledóneos y monocotiledóneos, que son los líquenes, setas, musgos, helechos y plantas herbáceas. No existían aún árboles de tronco leñoso, pero había palmeras cuyo tronco esponjoso es similar al tallo de las hierbas. Los animales de este período, que sucedieron a los primeros vegetales, fueron exclusivamente de mar: en un comienzo han sido los políperos, los radiados y los zoófitos, animales cuya organización simple, y por así decirlo rudimentaria, se asemejan más a la de lo s vegetales. Posteriormente, nacieron los crustáceos y ciertas especies de peces extinguidas en la actualidad.

25. Por imperio del calor y la humedad y como consecuencia del exceso de ácido carbónico en el aire, gas que no permite la respiración a los animales terrestres, pero que es necesario a las plantas, los terrenos libres de agua cubrieron rápidamente de una exuberante vegetación, al tiempo que las plantas acuáticas se multiplicaron en el seno de los pantanos. Plantas que en nuestros días son simples hierbas de escasos centímetros alcanzaban, en aquellos tiempos, una altura y un grosor colosales. Así es como existían bosques de helechos arborescentes de ocho o diez metros de altura y de un grosor proporcionado. Licopodios (pie de lobo, especie de musgo) de la misma talla; cola de caballo3 de cuatro a cinco metros, mientras que hoy alcanzan apenas un metro, además de una infinidad de especies que ya no existen. Sobre el final de este período comenzaron a aparecer algunos árboles del género de las coníferas o pinos.

26. Como consecuencia del desplazamiento de las aguas, los terrenos que producían estas masas vegetales se hallaron en diversas oportunidades cubiertos por las aguas y recibieron nuevos sedimentos terrosos, mientras que aquellos que se hallaban al descubierto se ornamentaron a su vez con una vegetación semejante. Es así como hubo numerosas generaciones de vegetales 3. Planta que crece en los pantanos. [N. de A. Kardec.] alternativamente aniquiladas y renovadas. No ocurrió lo mismo con los animales, pues al ser todos acuáticos, se vieron libres de estas alternativas. Estos residuos, acumulados a través de una larga serie de siglos, formaron capas de un gran espesor. Por la acción del calor, la humedad, la presión ejercida por los depósitos terrosos posteriores, y sin duda por diversos agentes químicos como gases, ácidos y sales resultantes de la combinación de os elementos primitivos, estas materias vegetales sufrieron una fermentación que las convirtió en hulla o carbón de piedra. Las minas de hulla son, entonces, producto directo de la descomposición de depósitos vegetales acumulados durante el período de transición, y esta es la razón por la cual se ha hallado carbón de piedra en casi todas las regiones.4

27. Encontramos restos fósiles de la exuberante vegetación de aquella época, tanto bajo los hielos de las tierras polares como en la zona tórrida, por lo que deducimos que si la vegetación era uniforme, también lo era la temperatura. Por lo tanto, los polos no estaban cubiertos de hielo, como en la actualidad. Esto se debe a que en aquella época la Tierra obtenía de sí misma el calor, que provenía del fuego central que calentaba por igual a toda la corteza sólida, aún de poco espesor. Este calor era muy superior al que podían brindar los rayos del Sol, debilitados además por la densidad de la atmósfera. Recién más tarde, cuando la acción ejercida por el calor central sobre la superficie del globo se volvió débil o nula, la del Sol devino preponderante y las regiones polares, que sólo recibían rayos oblicuos de escaso poder calórico, se cubrieron de hielo. En la época de referencia y aun mucho tiempo después, el hielo era desconocido en la Tierra. Este período debe haber durado mucho tiempo, a juzgar por el número y el espesor de las capas de hulla.5

Período secundario


28. Con el período de transición desaparecieron la vegetación colosal y los animales que caracterizaron a esa época, ya sea porque las condiciones atmosféricas no fueron más las mismas o porque una serie de cataclismos aniquilaron todo lo que tenía vida sobre la Tierra. Es probable que las dos causas hayan contribuido a ese cambio, ya que, por una parte, el estudio de los terrenos que señalan el fin de ese período nos informa de grandes desórdenes motivados por los levantamientos y las erupciones que derramaron sobre el suelo grandes cantidades de lava y, por otra parte, que se operaron notablemente cambios en los tres reinos.

29. El período secundario se caracteriza, en el aspecto mineralógico, por numerosas e importantes capas que indican una formación lenta en el seno de las aguas y delimitan diferentes épocas de caracterización definida. La vegetación no tiene un ritmo de crecimiento tan rápido y es menos exuberante que en el período anterior, sin duda como consecuencia de la disminución del calor y la humedad y de las modificaciones sobrevenidas en los elementos constituyentes de la atmósfera. A las plantas herbáceas y pulposas se agregaron las de tronco leñoso y los primeros árboles auténticos.

30. Los animales son todavía acuáticos, o a lo más anfibios. La vida animal sobre la Tierra seca progresa muy poco. Una prodigiosa cantidad de animales con conchas se desarrollaron en el seno de los mares como consecuencia de la formación de materias calcáreas. Aparecieron nuevos peces de organización más completa que los del período precedente y surgieron los primeros 4. La turba se formó de la misma manera, es decir, por la descomposición de residuos vegetales, de terrenos pantanosos, pero con la diferencia que al ser mucho más reciente y sin duda sujeta a condiciones distintas, no tuvo tiempo de carbonizarse. [N. de A. Kardec.] 5. En la bahía de Fundy (Nueva Escocia), el señor Lyell halló una capa de hulla de cuatrocientos metros de espesor y sesenta y ocho niveles distintos, representando éstos huellas evidentes de numerosos suelos boscosos, mientras que los troncos de los árboles estaban provistos aún de sus raíces (L. Figuier). Otorgándole sólo mil años para la formación de cada uno de esos niveles, correspondería atribuir 68.000 años a esta sola capa de hula. [N. de A. Kardec.] cetáceos. Los animales más característicos de este período son los reptiles monstruosos, entre los cuales podemos citar a: El ictiosauro, especie de pez-lagarto que alcanzaba una longitud de hasta diez metros y cuyas mandíbulas, prodigiosamente alargadas, estaban provistas de ciento ochenta dientes. Su forma general guarda un parecido con la del cocodrilo, pero sin la coraza de escamas. Sus ojos tenías el volumen de la cabeza de un hombre. Poseía aletas como la ballena y lanzaba el agua por las narices como ésta. El plesiosauro era otro reptil marino, tan grande como el ictiosauro, Su cuello, excesivamente largo, se dobla como el del cisne y le daba el aspecto de una enorme serpiente unida al cuerpo de una tortuga. Tenía cabeza de lagarto y dientes de cocodrilo. Su piel debió ser lisa como la del ictiosauro, ya que no han hallado restos de escamas ni de caparazón.6 El teleosaurio se parece más a los cocodrilos actuales, que parecen ser sus réplicas en miniatura. Como éstos, poseía una coraza escamosa y vivía tanto en el agua como sobre la tierra. Medía aproximadamente diez metros, de los cuales 3 ó 4 correspondían a la cabeza. Sus inmensas fauces tenían una abertura de 2 m. El megalosaurio, enorme lagarto, especie de cocodrilo de 14 a 15m. De longitud, era esencialmente carnívoro y se alimentaba de reptiles, cocodrilos pequeños y tortugas. Su formidable mandíbula estaba armada con dientes en forma de navaja de dos filos, curvados hacia atrás, de manera que una vez que se clavaban en la presa, ésta ya no podía liberarse. El iguanodonte fue el lagarto de mayor tamaño que haya existido sobre la Tierra: medía desde la cabeza hasta la cola de 20 a 25 m. Su hocico estaba coronado por un cuerno de hueso parecido al que lleva la iguana de nuestros días, de la cual difiere sólo por la talla, ya que la iguana mide apenas un metro de largo. La forma de los dientes prueba que era herbívoro, y de los pies, que era un animal terrestre. El pterodáctilo era un animal extraño, del tamaño de un cisne. Se asemejaba a la vez al reptil por el cuerpo, al pájaro por la cabeza y al murciélago por la membrana carnosa que unía sus dedos, los que tenían una longitud prodigiosa, mientras que la membrana le servía de paracaídas cuando se precipitaba sobre su presa desde lo alto de un árbol o de una roca. No poseía un pico córneo como los pájaros, pero los huesos de las mandíbulas, tan largos como la mitad del cuerpo y provistos de dientes, terminaban en punta como un pico.

31. Durante este período, que debió ser muy extenso, de acuerdo al número e importancia de las capas geológicas, la vida animal se incrementó grandemente en el seno de las aguas, como ocurrió con la vegetación en el período precedente. El aire, más depurado y más apto para respirar, comenzó a permitir a algunos animales la vida terrestre. El mar sufrió numerosos desplazamientos, mas exentos de sacudidas violetas. Con este período desaparecieron a su vez las razas de animales acuáticos gigantescos, reemplazadas más tarde por especies análogas, de forma menos desproporcionadas y de talla más pequeña.

32. El orgullo llevó al hombre a decir que todos los animales fueron creados para subvenir a sus necesidades y en su honor. Pero, ¡qué pequeño es el número de los que le sirven directamente y a los que ha podido domesticar, en comparación con el número incalculable de aquellos con los que no tuvo ni tendrá jamás relación! ¿Cómo sostener tal tesis, en presencia de esas innumerables especies que poblaron la Tierra durante miles y miles de siglos antes de que el hombre apareciese y que hoy ya no existen? ¿Se puede decir que fueron creadas para su beneficio? Sin embargo, esas especies tenían su razón de ser y su utilidad. Dios no pudo crearlas por un capricho de su voluntad y por el placer de luego aniquilarlas, ya que todas poseían instintos, el sentimiento del dolor y el bienestar. Entonces ¿qué finalidad pudieron haber tenido? Sin duda una finalidad soberanamente sabia a la que no estamos en condiciones de comprender aún. Tal vez un día se le permitirá al 6. El primer fósil de este animal se descubrió en Inglaterra en 1823. Posteriormente se hallaron también en Francia y Alemania. [N. de A. Kardec.] hombre conocerla para confundir su orgullo. Pero mientras eso esperamos, ¡cómo se amplían nuestras ideas en presencia de estos horizontes nuevos a los cuales nos está permitido estudiar, así como ante el espectáculo imponente de la Creación, tan majestuosa en su lenta marcha, tan admirable en su previsión, tan puntual, tan precisa y tan invariable en sus resultados!

Período terciario

33. Con el período terciario comienza para la Tierra un nuevo orden de cosas: el estado de su superficie cambia completamente de aspecto, las condiciones de vitalidad se modifican profundamente y se acercan a las actuales. Los primeros tiempos de este período se caracterizan por una suspensión en la producción vegetal y animal. El sello de una destrucción casi general alcanza a la mayoría de los seres vivos, y es entonces que van apareciendo nuevas especies de organización más perfecta, adaptadas a la naturaleza del medio en que están destinadas a vivir.

34. Durante los períodos precedentes la corteza sólida del globo, debido a su escaso espesor, oponía una débil resistencia a la acción del fuego interior. Esta envoltura, fácil de romper, permitía a las materias en fusión expandirse con libertad sobre la superficie del suelo. No fue igual cuando adquirió un cierto espesor: las materias incandescentes, comprimidas por todos lados, como el agua en ebullición en un recipiente cerrado, terminaron por explotar. La masa granítica, abierta con violencia en una multitud de puntos, se vio surcada por grietas como si fuese un jarrón resquebrajado. A lo largo de estas grietas la corteza sólida, levantada casi verticalmente, formó los picos, las cadenas de montañas y sus ramificaciones. Ciertas partes de la envoltura, que no se rompieron, fueron simplemente elevadas, pero en otros sitios se produjeron hundimientos pronunciados. La superficie del suelo se volvió muy desigual, y las aguas, que hasta ese momento cubrían de manera casi uniforme la mayor parte de la extensión, se retiraron a las partes más bajas, dejando al descubierto vasto continentes o picos de montañas aisladas que formarían las islas. Tal es el gran fenómeno que tuvo lugar durante el período terciario, el cual transformó el aspecto del globo. No se produjo de manera instantánea ni simultánea en todos los sitios, sino en etapas sucesivas y en épocas más o menos alejadas.

35. Una de las primeras consecuencias de estas conmociones fue la inclinación de las capas de sedimento, primitivamente horizontales, y donde el suelo sufrió sacudidas la posición siguió siendo la misma. Por tal razón es que sobre los flancos y en la vecindad de las montañas estas inclinaciones son más pronunciadas.

36. En las regiones donde las capas de sedimento conservaron su horizontalidad, para alcanzar a las de la primera formación es preciso pasar por todas las restantes, y a menudo se debe atravesar una profundidad considerable, mas en el fondo se hallará inevitablemente la roca granítica. Pero cuando estas capas fueron elevadas y formaron montañas sobrepasaron su nivel normal, a veces hasta una gran altura, de manera que si se hace un corte vertical en el flanco de la montaña se podrán ver las capas superpuestas y todo su espesor como si se tratase de los cimientos de un edificio. Es así que se encuentran bancos importantes de conchillas, primitivamente formadas en el fondo de los mares, a grandes alturas. Hoy se sabe con total certeza que en ninguna época el mar pudo alcanzar semejante altura, ya que todas las aguas que existen sobre la Tierra no bastarían, ni aun cuando el volumen fuese cientos de veces superior. Habría que suponer que la cantidad de agua disminuyó, pero entonces nos preguntaríamos qué ocurrió con la porción desaparecida. Los levantamientos, que son hoy una realidad indiscutible, explican de una manera tan lógica como rigurosa la existencia de depósitos marinos en ciertas montañas.7

37. En los sitios donde el levantamiento de la roca primitiva rompió completamente el suelo, ya sea por su rapidez, la forma, la altura y/o el volumen de la masa elevada, se ve la roca granítica al 7. Se han hallado capas de conchillas calcáreas en los Andes (América de Sur) a cinco mil metros sobre el nivel del mar. [N. de A. Kardec.] desnudo como un diente que atraviesa la encía. Al ser levantados, quebrados y erguidos, los estratos que la cubrían fueron puestos al descubierto: así es como terrenos pertenecientes a las formaciones más antiguas, que se hallaban en su posición primitiva a gran profundidad, conforman hoy el suelo de ciertas regiones.

38. La masa granítica, dislocada por efectos de los levantamientos, se fisuró en algunos puntos, y por allí se escapa el fuego interior y se esparcen las materias en fusión: tales son los volcanes. Los volcanes son como chimeneas de ese inmenso horno, o mejor aún, son las válvulas de seguridad que dejan escapar el exceso de materias ígneas, evitando conmociones mucho más terribles, razón que nos lleva a que podamos afirmar que el número de volcanes en actividad es una garantía de seguridad para la totalidad de la superficie terrestre. Para hacernos una idea de la intensidad de ese fuego, pensemos que hay volcanes en el seno mismo del mar y que la masa de agua que los recubre y penetra no basta para apagarlos.

39. Los levantamientos operados en la masa sólida desplazaron necesariamente a las aguas las zonas bajas, pero estas misma hondonadas, elevadas a su vez, ora en un sitio, ora en otro, expulsaron a esas mismas aguas, las cuales se dirigieron a otros sitios, y así sucesivamente hasta que se afincaron en un lugar más estable. Los desplazamientos sucesivos de esta masa líquida socavaron y sacudieron forzosamente la superficie del suelo. Las aguas, al correr, llevaron consigo parte de los terrenos de formaciones anteriores puestos al descubierto por los levantamientos, desnudaron ciertas montañas que se hallaban recubiertas por ellos y dejaron a la vista sus bases de granito o sal, al paso que formaban profundos valles y otros eran rellenados. Hay, pues, montañas formadas directamente por la acción del fuego central: se trata principalmente de las montañas graníticas. Otras se originaron por la acción de las aguas, que, al arrastrar tierras móviles y materiales solubles, cavaron valles en derredor de una base resistente, ya sea calcárea o de otro material. Las materias llevadas por la corriente de las aguas formaron los estratos del período terciario, que se distingue fácilmente de los precedentes, más por su disposición que por su composición, que es casi la misma. Los estratos de los períodos primario, de transición y secundario, formados sobre una superficie poco accidentada, presentan una uniformidad casi generalizada en toda la Tierra. Los del período terciario, por el contrario, formados sobre una base muy desigual y por el arrastre de las aguas, presentan características más locales. Por doquier, al cavar hasta una cierta profundidad se encuentran todos los estratos anteriores según su orden de formación, mientras que no se halla en todos los sitios el terreno terciario ni todas las capas que lo conforman.

40. Se concibe que durante las convulsiones que acaecieron al comienzo de este período la vida orgánica se haya visto interrumpida, lo que se constata por la presencia de terrenos privados de fósiles. Pero, una vez restablecida la calma los vegetales y los animales reaparecieron. Al cambiar las condiciones de vitalidad y al depurarse un tanto más la atmósfera, se crearon nuevas especies de organización más perfecta. Las plantas, según su conformación, diferían poco de las actuales.

41. Durante los dos períodos precedentes, los terrenos no cubiertos por las aguas eran poco extensos y aun eran pantanosos y acuáticos o anfibios. El período terciario, que vio formarse vastos continentes, se caracteriza por la aparición de los animales terrestres. De igual modo que el período de transición vio nacer una vegetación colosal y el período secundario reptiles monstruosos, el terciario presenció el nacimiento de los mamíferos gigantescos: el elefante, el rinoceronte, el hipopótamo, el paleoterio, el megaterio, el dinoterio, el mastodonte y el mamut. Estos dos últimos, variedades de elefante, tenían una altura de 5 a 6 m. y sus defensas alcanzaban hasta 4 m. de longitud. Este período vio nacer también a los pájaros, así como a la mayoría de las especies que viven aún en nuestros días. Algunas de las especies de esa época sobrevivieron a los cataclismos posteriores, pero otras, designadas genéticamente como animales antediluvianos, se extinguieron totalmente o bien fueron reemplazadas por especies análogas de formas menos pesadas y macizas, de las que los primeros especímenes fueron meros bosquejos, tales como el felis speloea, animal carnicero del tamaño del toro, que poseía las características anatómicas del tigre y del león, y el cervus megaceron, variedad del ciervo, cuyos cuernos, de 3 m. de longitud, estaban separados en sus extremidades por una distancia de 3 a 4 m.

Período diluviano


42. Este período está marcado por uno de los mayores cataclismos que hayan conmovido el globo, cambiando una vez más el aspecto de su superficie y destruyendo una infinidad de especies vivas de las que sólo quedan hoy restos. Por doquier, dejó rastros de su paso, y estas huellas dan testimonio de su generalidad. Las aguas, removidas con violencia de sus lechos, invadieron los continentes arrastrando consigo tierras y peñascos, desnudando montañas y arrastrando de cuajo bosques seculares. Los nuevos depósitos que formaron reciben el nombre geológico de terrenos diluvianos.

43. Entre las huellas más significativas de este gran desastre se encuentran las rocas llamadas bloques erráticos. Se denominan así a los peñascos de granito que se encuentran aislados en las planicies reposando sobre terrenos terciarios y en medio de terrenos diluvianos, a veces a muchos cientos de leguas de las montañas de donde fueron arrancados. Es evidente que sólo pudieron ser transportados a tal distancia por la violencia de las corrientes.8

44. Otro hecho, igualmente característico, cuya causa aún no se supo explicar, es la existencia en los terrenos diluvianos de los primeros aerolitos, pues recién en esta época comenzaron a caer, lo que hace suponer que la causa que los produce no existía anteriormente.

45. Es también en esta época cuando comenzaron a cubrirse de hielo los polos y formarse glaciares en las montañas, lo que indica un cambio notable en la temperatura del planeta. Este cambio debe haber sido súbito, ya que, si se hubiese operado gradualmente, animales como el elefante, que viven hoy sólo en zonas cálidas y que encontramos en elevado número en estado fósil en las tierras polares, hubieran tenido el tiempo suficiente de retirarse, poco a poco, hacia las regiones de temperatura más benigna. Todo indica, por el contrario, que fueron atrapados bruscamente por una ola de frío y cubiertos por los hielos.9

46. He ahí el verdadero diluvio universal. Las opiniones sobre las causas que pudieron producirlo están repartidas, mas, sean las que fueren, el hecho es una realidad. Generalmente se cree que ocurrió un cambio brusco en la posición del eje y de los polos e la Tierra: entonces se produjo una proyección general de las aguas sobre la superficie. Si este cambio se hubiera operado con lentitud, las aguas se hubiesen desplazado gradualmente, sin sacudidas, mientras que todos los indicios llevan la idea de una conmoción violenta y súbita. Como ignoramos la causa verdadera, sólo podemos emitir hipótesis. El desplazamiento repentino de las aguas pudo haber sido ocasionado, tal vez, por el levantamiento de ciertas partes de la corteza sólida y la formación de nuevas montañas en el seno de los mares, como sucedió en los comienzos del período terciario. Pero, además de que el cataclismo no hubiese sido general, no explicaría tampoco el cambio súbito de temperatura en los polos.

47. Durante el cataclismo causado por la agitación de las aguas murieron muchos animales. Otros, para escapar a la inundación, se retiraron hacia las alturas escondiéndose en cavernas y grietas, donde perecieron en masa debido al hambre, al exterminio mutuo o, quizás, a la irrupción de las aguas en los sitios donde se hallaban refugiados y de donde no pudieron huir. Así se explica la enorme cantidad de huesos de animales diversos, carniceros y de otros tipos, que se descubrieron entremezclados en ciertas cavernas, llamadas por ese motivo brechas o cavernas de huesos. Se los encuentra más comúnmente bajo las estalagmitas. En algunas cavernas, los huesos dan la impresión de haber sido arrastrados por la corriente de las aguas.10

Período posdiluviano o actual. Aparición del hombre

48. Una vez restablecido el equilibrio sobre la superficie del globo, la vida animal y vegetal retomó rápidamente su curso. El suelo, consolidado, poseía bases más estables. El aire, más depurado, resultaba apto para órganos más delicados. El Sol brillaba en todo su esplendor a través de la atmósfera límpida y derramaba, junto con su luz, un calor menos sofocante y más vivificante que aquel otro del fuego interior. La Tierra se pobló de animales menos salvajes y más sociables. Los vegetales, más suculentos, ofrecían un alimento menos grosero. Todo estaba preparado para el nuevo huésped que habitaría la Tierra. Es entonces cuando apareció el hombre, último ser de la Creación, aquel cuya inteligencia contribuiría desde ese instante al progreso general y a su propio progreso.

49. ¿La existencia del hombre sobre la Tierra se remonta al período previo al diluvio o es posterior a éste? Tal problema se discute mucho en nuestros días, pero la solución, sea cual fuere, no haría variar en nada al conjunto de hechos establecidos y la aparición de la especie humana seguiría siendo anterior a la fecha asignada en el Génesis bíblico. Lo que llevó a pensar que la aparición del hombre era posterior al diluvio fue la ausencia de huellas de su existencia en el período anterior. Los huesos descubiertos en diversos sitios, y que hicieron pensar en una pretendida raza de gigantes antediluvianos, fueron más tarde reconocidos como huesos de elefantes. No hay dudas sobre la ausencia del hombre durante los períodos primario, de transición y secundario, no sólo porque no se han hallado huellas, sino también porque las condiciones de vida para él no eran aún propicias. Si apareció durante el período terciario, fue hacia el final, y, por tanto, debía haberse multiplicado poco. Con respecto a los demás, al ser corto el período diluviano, no trajo cambios notables en las condiciones atmosféricas. Los animales y vegetales fueron los mismos de antes y después del diluvio. Por lo tanto, no es imposible que la aparición del hombre haya precedido a tal cataclismo. La presencia del simio en esa época es un hecho constatado y recientes descubrimientos parecen confirmar la existencia del hombre.11 Sea que el hombre apareció antes o después del gran diluvio universal, lo cierto es que su papel hominal sólo comenzó a dibujarse durante el período posdiluviano, el cual se caracteriza por su presencia.