EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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64. La desaparición del cuerpo de Jesús después de su muerte ha sido objeto de muchos comentarios. Los cuatro evangelistas dan testimonio del hecho, basados en los testimonios de las mujeres que fueron hasta el sepulcro, al tercer día posterior a la crucifixión, y no lo encontraron. Hubo quienes consideraron que esa desaparición era un hecho milagroso, en tanto que otros la atribuyeron a una sustracción clandestina.


De acuerdo con otra opinión, Jesús nunca habría tenido un cuerpo carnal, sino simplemente un cuerpo fluídico; sólo habría sido, durante toda su vida, una aparición tangible, en una palabra, una especie de agénere. Su nacimiento, su muerte y todos los actos materiales de su vida habrían sido apenas una apariencia. A eso se debe –dicen– que su cuerpo, de regreso al estado fluídico, haya desaparecido del sepulcro, y que con ese mismo cuerpo Él se apareciera después de su muerte.


No cabe duda de que un hecho así no es radicalmente imposible, de acuerdo con lo que hoy se sabe sobre las propiedades de los fluidos; pero sería al menos un hecho por completo excepcional y en formal oposición a la característica de los agéneres. (Véase el Capítulo XIV, § 36.) Se trata, pues, de saber si esa hipótesis es admisible, si está confirmada o refutada por los hechos.