EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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6. A este razonamiento, hay quienes oponen el siguiente: Las obras de la Naturaleza son producto de fuerzas naturales que actúan mecánicamente en razón de las leyes de atracción y repulsión. Las moléculas de los cuerpos inertes se unen y disgregan bajo la acción de estas leyes. Las plantas, en virtud de esa misma ley, nacen, germinan, crecen y se multiplican, cada una en su especie. El crecimiento, la flor, el fruto y el color están subordinados a causas materiales como el calor, la electricidad, la luz, la humedad, etc. Lo mismo sucede con respecto a los animales. Los astros se forman por atracción molecular y se mueven perpetuamente con sus órbitas debido a la gravitación. La regularidad mecánica en el empleo de las fuerzas naturales no habla de ninguna inteligencia independiente. El hombre mueve su brazo cuando quiere y como quiere, pero quien hace un movimiento único y siempre en igual sentido, desde su nacimiento hasta su muerte, sería una especie de autómata. Por tanto, podemos concluir diciendo que las fuerzas orgánicas de la Naturaleza son puramente automáticas. Todo eso es muy sincero, pero esas fuerzas son efecto que deben poseer alguna causa. Nadie dice que ellas constituyan la Divinidad. También es verdad que son materiales y mecánicas y que no son inteligentes por sí solas. Ellas son puestas en acción, distribuidas y adecuadas a las necesidades de cada cosa por una inteligencia que no es humana. La adecuación útil de esas fuerzas es un efecto inteligente que descubre a una causa inteligente. Un péndulo se mueve con automática regularidad, y es esa regularidad lo que realmente vale. La fuerza que lo hace mover es material y exenta de inteligencia, mas, ¿de qué serviría el péndulo si una inteligencia no hubiese combinado, calculado y distribuido el empleo de esa fuerza para lograr que se mueva con precisión? ¿Sería racional afirmar que la inteligencia no existe porque no está a la vista? Se la juzga por sus efectos. La existencia del reloj confirma la existencia del relojero: la ingeniosidad del mecanismo testifica la inteligencia y conocimientos del relojero. Cuando un reloj nos da la información que necesitamos, ¿pensamos acaso que él es inteligente? Podemos decir lo mismo del mecanismo del Universo: Dios no se muestra, pero afirma su existencia por sus obras.