30. Nuestra razón se empequeñece forzosamente ante estos problemas insondables. Dios
existe. No dudamos un solo instante de ello. Es infinitamente justo y bueno: ésa es su esencia. Su
acción todo lo abarca, lo comprendemos. No desea más que nuestro bien, por eso debemos confiar
en Él: eso es lo principal. El resto puede esperar hasta que seamos dignos de comprenderlo.