EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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20. Un fenómeno particular, que también muestra la observación, acompaña siempre a la encarnación del Espíritu. Desde que este es atrapado a través del lazo fluídico que lo liga al embrión, entra en un estado de turbación que aumenta a medida que el lazo se ajusta, y en los últimos momentos el Espíritu pierde la conciencia de sí mismo, de modo que jamás presencia su nacimiento. Cuando el niño respira, el Espíritu comienza a recobrar sus facultades, que se desarrollan a medida que se forman y consolidan los órganos que habrán de servirle para su manifestación.