El principio vital.
16. Cuando decimos que las plantas y los animales están
formados por los mismos principios que constituyen los minerales, hablamos en sentido exclusivamente material, pues sólo se
trata del cuerpo.
Sin referirnos al principio inteligente, que es una cuestión
aparte, existe en la materia orgánica un principio especial, inaprensible,
que aún no se ha podido definir: el principio vital. Ese
principio, que está activo en el ser vivo, se ha extinguido en el ser
muerto; pero no por eso deja de conferirle a la sustancia propiedades
características que la distinguen de las sustancias inorgánicas.
La química, que descompone y recompone la mayor parte de los
cuerpos inorgánicos, también consiguió descomponer los cuerpos
orgánicos, pero nunca llegó a reconstituir ni siquiera una hoja
muerta, lo que constituye una prueba evidente de que existe en los
seres orgánicos algo que no existe en los inorgánicos.
17. ¿Será el principio vital algo distinto, que tiene existencia
propia? ¿O bien, integrado en el sistema de la unidad del elemento
generador, no es más que un estado particular, una de las modificaciones
del fluido cósmico universal, mediante la cual este se convierte
en el principio de vida, del mismo modo que se convierte en
luz, fuego, calor, electricidad? En este último sentido, las comunicaciones
que hemos reproducido más arriba resuelven el problema.
(Véase el Capítulo VI: Uranografía general.)
No obstante, sea cual fuere la opinión que se tenga sobre
la naturaleza del principio vital, lo cierto es que existe, pues observamos
sus efectos. Por lo tanto, podemos admitir lógicamente
que, al formarse, los seres orgánicos han asimilado el principio vital,
pues este es necesario para su destino; o si se prefiere, que ese
principio se desarrolló en cada individuo por efecto mismo de la
combinación de los elementos, tal como se desarrollan en ciertas
circunstancias el calor, la luz y la electricidad.
18. Al combinarse sin el principio vital, el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono sólo habrían formado un mineral
o cuerpo inorgánico. Sin embargo, puesto que el principio vital modifica la constitución molecular de ese cuerpo, le confiere propiedades
especiales y, en lugar de una molécula mineral, se obtiene
una molécula de materia orgánica.
La actividad del principio vital es mantenida durante la
vida mediante la acción del funcionamiento de los órganos, del
mismo modo que el calor por el movimiento de rotación de una
rueda. Al cesar esa acción, con motivo de la muerte, el principio
vital se extingue, al igual que el calor cuando la rueda deja de
girar. No obstante, el efecto producido sobre el estado molecular
del cuerpo por el principio vital subsiste hasta después de la
extinción de ese principio, como la carbonización de la madera
persiste después de que se ha extinguido el calor. En el análisis
de los cuerpos orgánicos, la química encuentra los elementos que
los constituyen: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y carbono, pero
no puede reconstituir aquellos cuerpos; dado que ya no existe la
causa, le es imposible reproducir el efecto, mientras que sí puede
reconstituir una piedra.
19. Hemos tomado como elemento de comparación el calor
que se desarrolla por el movimiento de una rueda, por tratarse
de un efecto común, que todos conocen, y es más fácil de comprender.
No obstante, habríamos sido más exactos si hubiésemos
dicho que, en la combinación de los elementos para formar los
cuerpos orgánicos, se desarrolla la electricidad. Los cuerpos orgánicos serían entonces verdaderas pilas eléctricas, que funcionan
mientras los elementos de esas pilas se encuentran en las condiciones
requeridas para producir electricidad: esa es la vida; y que
dejan de funcionar cuando esas condiciones desaparecen: esa es
la muerte. De acuerdo con esto, el principio vital no sería más
que una especie particular de electricidad, denominada electricidad
animal, que durante la vida se desprende mediante la acción
de los órganos, y cuya producción cesa en ocasión de la muerte,
a raíz de que se extingue esa acción.