EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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13. Como hemos dicho, la marcha progresiva de la humanidad se opera de dos maneras: una gradual, lenta, imperceptible –si se consideran las épocas consecutivas–, que se nota en las sucesivas mejoras en las costumbres, en las leyes, en los hábitos, mejoras que sólo se perciben con el transcurso del tiempo, como las transformaciones que las corrientes de agua ocasionan en la superficie del globo; la otra, por movimientos relativamente bruscos, rápidos, semejantes a los de un torrente que, al romper los diques que lo contenían, traspone en pocos años el terreno que le hubiese tomado siglos recorrer. Se trata, en ese caso, de un cataclismo moral que devora en algunos instantes las instituciones del pasado, y al que sucede un nuevo orden de cosas que se establece poco a poco, a medida que la calma se restablece y se torna definitiva.


A aquel que viva lo suficiente como para abarcar con la vista ambas vertientes de la nueva fase, le parecerá que un mundo nuevo surgió de las ruinas del antiguo. El carácter, las costumbres, los hábitos, todo ha cambiado. Eso se debe a que, en efecto, han surgido hombres nuevos o, mejor dicho, regenerados. Las ideas que la generación extinguida se llevó consigo, cedieron lugar a las ideas nuevas de la generación naciente.