EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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18. Como los hombres son Espíritus encarnados, poseen en parte los atributos de la vida espiritual, puesto que viven de esa vida tanto como de la vida corporal; en principio, durante el sueño, y a menudo en el estado de vigilia. Cuando encarna, el Espíritu conserva su periespíritu con las cualidades que le son propias y que, como se sabe, no queda circunscripto por el cuerpo, sino que irradia alrededor suyo y lo envuelve como si fuera una atmósfera fluídica.



Por su unión íntima con el cuerpo, el periespíritu desempe- ña un rol preponderante en el organismo. Mediante su expansión, pone al Espíritu encarnado en relación más directa con los Espíritus libres y también con los Espíritus encarnados.


El pensamiento del Espíritu encarnado actúa sobre los fluidos espirituales del mismo modo que el de los Espíritus desencarnados, y se transmite de Espíritu a Espíritu por las mismas vías; según sea bueno o malo, sanea o envicia los fluidos circundantes.


Puesto que los fluidos circundantes son modificados por la proyección de los pensamientos del Espíritu, su envoltura periespiritual, que es parte constitutiva de su ser y que recibe de modo directo y permanente la impresión de sus pensamientos, debe, con mayor razón, conservar las marcas de sus cualidades buenas o malas. Los fluidos viciados por los efluvios de los Espíritus malos pueden depurarse mediante el alejamiento de estos, pero sus periespíritus serán siempre los mismos, en tanto el Espíritu no se modifique.


El periespíritu de los encarnados es de naturaleza idéntica a la de los fluidos espirituales, de modo que él los asimila con facilidad, como si fuera una esponja que se embebe de un líquido. Esos fluidos ejercen sobre el periespíritu una acción tanto más directa cuanto que, por su expansión e irradiación, el periespíritu acaba por confundirse con ellos.


Esos fluidos actúan sobre el periespíritu y este, a su vez, reacciona sobre el organismo material con el cual se halla en contacto molecular. Si los efluvios son de buena naturaleza, el cuerpo recibirá una impresión saludable; si son malos, la impresión será penosa. Si los efluvios malos son permanentes y enérgicos, podrán ocasionar desórdenes físicos: ciertas enfermedades no tienen otro origen.


Los ambientes donde predominan los Espíritus malos se encuentran, pues, impregnados de fluidos deletéreos que el encarnado absorbe por los poros periespirituales, así como absorbe por los poros del cuerpo los miasmas pestilentes.