EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Las leyes y las fuerzas

8. Si uno de esos seres desconocidos que consumen su efímera existencia en el fondo del tenebroso océano. Si uno de esos poligástricos, uno de esos nereidos, miserables animalitos que no conocen de la Naturaleza más que a los peces ictiófagos y a los bosques submarinos, recibiese de pronto el don de la inteligencia, la facultad de estudiar su mundo y establecer sobre sus apreciaciones un razonamiento conjetural respecto a la universalidad de las cosas, ¿qué idea se formaría de la Naturaleza viva que se desarrolla en su medio y del mundo terrestre que no pertenece al campo de sus observaciones? Si hoy, por un efecto maravilloso de su nueva facultad, ese mismo ser llegase a elevarse por encima de sus tinieblas hasta la superficie del mar, no lejos de las opulentas orillas de una isla de exuberante vegetación y de buen sol, fuente de agradable calor, ¿qué pensaría de sus ideas anticipadas sobre la Creación universal, las cuales palidecerían ante una apreciación más exacta, pero aún incompleta? ¡Hombres, ésa es la imagen de vuestra ciencia especulativa!*

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* Tal es, también, la situación de quienes niegan a los espíritus, cuando después de abandonar su envoltura corporal ven los horizontes de ese mundo desenvolverse ante sus ojos. Comprenden entonces la vacuidad de las teorías que pretenden explicarlo todo materialmente. Sin embargo, sus horizontes presentan todavía misterios que se irán revelando poco a poco, a medida que se elevan espiritualmente. Pero desde el primer paso dado en ese mundo nuevo se ven forzados a reconocer su ceguera y lo distantes que se hallaban de la verdad. [N. de A. Kardec.]


9. He venido para tratar el problema de las leyes y fuerzas que gobiernan al Universo, mas sin entrar en detalles en lo que respecta al modo de accionar y las naturalezas especiales que dependen de las leyes universales. Yo, que soy un ser relativamente ignorante con relación a la ciencia real, a pesar de la aparente superioridad que me otorga sobre mis hermanos de la Tierra la posibilidad de estudiar cuestiones naturales que no les es posible realizar en sus condiciones de tales.

10. Hay un fluido etéreo que llena el espacio y penetra a los cuerpos. Este fluido es el éter o materia cósmica primitiva, generador del mundo y de los seres. Son inherentes al éter las fuerzas que han presidido las metamorfosis de la materia, leyes inmutables y necesarias que gobiernan al mundo. Estas formas múltiples, indefinidamente variadas según las combinaciones de la materia, localizadas de acuerdo a las masas, diversificadas en sus modos de acción según las circunstancias y los medios, son conocidas en la Tierra con los nombres de pesantez, cohesión, afinidad, atracción, magnetismo, electricidad activa. Los movimientos vibratorios del agente son conocidos con los nombres de sonido, calor, luz, etc. En otros mundos tales efectos presentan aspectos diferentes, características desconocidas para nosotros. En la inmensa extensión de los cielos, fuerzas en número indefinido se desarrollan en escala inimaginable. Somos tan incapaces de evaluar esa grandeza como el crustáceo en el fondo del océano de abarcar la universalidad de los fenómenos terrestres. * Así como existe una sola sustancia simple y primitiva, generadora de todos los cuerpos, pero diversificada en sus combinaciones, de igual modo todas esas fuerzas dependen de una ley universal diversificada en sus efectos, la cual por medio de decretos eternos fue impuesta en la Creación para constituir la armonía y la estabilidad.
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* Referimos todo a lo que conocemos y no comprendemos lo que escapa a la percepción de nuestros sentidos, al igual que el ciego de nacimiento no entiende los efectos de la luz ni la utilidad de los ojos. Puede ocurrir que en otros ambientes el fluido cósmico posea propiedades y combinaciones desconocidas para nosotros, efectos apropiados a necesidades que ignoramos y que dan lugar a percepciones nuevas o a otras formas de percepción. No comprendemos, por ejemplo, que se pueda ver sin los ojos de la carne y sin luz, pero, ¿quién puede asegurarnos que fuera de la luz no existen otros agentes que perciban organismos especiales? Los sonámbulos nos brindan un ejemplo, ya que su vista no se ve afectada por la distancia, los obstáculos materiales o la oscuridad. Supongamos que en algún planeta los seres en estado normal sean como los sonámbulos aquí: no tendrían, pues necesidad ni de nuestra luz ni de nuestros ojos y, sin embargo, verían lo que nosotros no podemos ver. Ocurre igual con las otras sensaciones. Las condiciones de vitalidad y perceptibilidad, las sensaciones y necesidades varían según el medio en que tienen lugar. [N. de A. Kardec.]

11. La Naturaleza nunca se contradice. En el blasón del Universo figura una sola divisa: Unidad y Variedad. Al ascender la escala universal encontramos unidad de armonía y creación, al mismo tiempo que una variedad infinita en el inmenso piélago estelar. Recorriendo los innumerables grados de la vida, desde el último de los seres hasta Dios, divisamos la gran ley de continuidad. Al considerar a las fuerzas en sí mismas, se percibe una serie cuya resultante, confundiéndose con la generadora, conforma la ley universal. Vosotros no podríais apreciar esta ley en toda su amplitud, ya que las fuerzas que la representan en el campo de vuestras observaciones son restringidas y sumamente limitadas. Pero, sin embargo, la gravitación y la electricidad pueden considerarse una aplicación de la ley primordial que reina allende los cielos. Todas estas fuerzas son eternas y universales como la Creación misma. Son inherentes al fluido cósmico, actúan en todo y por doquier, modificando su accionar por su simultaneidad o su sucesión, predominando aquí, desapareciendo más allá. Poderosas y activas en ciertos casos, latentes u ocultas en otros, pero preparando, dirigiendo, conservando y destruyendo los mundos en los diversos períodos de vida. Gobernando los maravillosos trabajos de la Naturaleza, sea cual fuere el lugar donde éstos se ejecuten, mas asegurando por siempre el eterno esplendor de la Creación.