EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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39. Dado que el Espíritu puede operar transformaciones en la configuración de su envoltura periespiritual, y puesto que esa envoltura se irradia en torno al cuerpo como una atmósfera fluídica, puede producirse en la superficie misma del cuerpo un fenómeno análogo al de las apariciones. La verdadera imagen del cuerpo puede desvanecerse más o menos completamente bajo una capa fluídica, y asumir otra apariencia; o bien, vistos a través de la capa fluídica modificada, como a través de un prisma, los rasgos primitivos pueden adoptar otra expresión. Si el Espíritu encarnado toma distancia de lo terrenal, y se identifica con las cosas del mundo espiritual, la expresión de un semblante desagradable puede volverse bella, radiante y hasta luminosa; si, por el contrario, el Espíritu es presa de bajas pasiones, un rostro hermoso puede tomar un aspecto horrible.


Así se producen las transfiguraciones, que reflejan siempre las cualidades y los sentimientos que predominan en el Espíritu. Ese fenómeno es, pues, el resultado de una transformación fluídica; es una especie de aparición periespiritual que se produce sobre el cuerpo mismo de una persona viva, y a veces en el momento de la muerte, en vez de producirse a la distancia como en el caso de las apariciones propiamente dichas. Lo que distingue a las apariciones de ese género es el hecho de que son, por lo general, perceptibles por todos los presentes mediante los ojos del cuerpo, precisamente porque se forman en torno a la materia carnal visible, mientras que en las apariciones puramente fluídicas no existe materia tangible. *




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* Véase un ejemplo y la teoría de la transfiguración en la Revista Espírita, marzo de 1859 (El Libro de los Médiums, Segunda Parte, Capítulo VII). (N. de Allan Kardec.)