30. En eso el materialismo puede ver que el espiritismo, lejos
de temer a los descubrimientos de la ciencia y su positivismo,
va al encuentro de ellos y los provoca, porque tiene la certeza de
que el principio espiritual, que tiene existencia propia, en nada será
perjudicado.
El espiritismo marcha a la par del materialismo en el campo
de la materia; admite todo lo que el materialismo admite; pero
avanza hasta más allá del punto donde este se detiene.
El espiritismo
y el materialismo son como dos viajeros que caminan juntos
a partir del mismo lugar; llegados a una cierta distancia, uno de
ellos dice: “No puedo seguir”. El otro prosigue y descubre un
nuevo mundo. ¿Por qué, entonces, el primero manifiesta que el
segundo ha perdido la razón, sólo porque vislumbra nuevos horizontes
y se decide a trasponer los límites cuando el otro considera
conveniente detenerse? ¿Acaso Cristóbal Colón no fue también
tildado de loco porque creía en la existencia de un mundo más
allá del océano? ¡Cuántos de esos locos sublimes han hecho avanzar
a la humanidad y entraron en la Historia coronados de laureles
después de que se les arrojó lodo!
Pues bien, el espiritismo, esta locura del siglo diecinueve,
según aquellos que se obstinan en permanecer ligados a la Tierra,
pone en evidencia un mundo mucho más importante para el
hombre que América, ya que no todos los hombres van a América,
mientras que todos, sin excepción, van al mundo de los Espíritus y
realizan incesantes travesías de uno a otro.
Llegados al punto en que nos encontramos en relación con
la génesis, el materialismo se detiene, en tanto que el espiritismo
prosigue sus investigaciones en el dominio de la génesis espiritual.