EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

Volver al menú
33. Quien está en el fondo de un valle, sumergido en una espesa niebla, no ve al Sol. Sin embargo, por la luz difusa juzga que el Sol brilla. Si asciende a la montaña, a medida que se eleva la bruma se va aclarando y la luz se hace más viva, pero no ve todavía al Sol. Apenas llega a la cima, deja atrás la capa de niebla y se halla en medio del aire puro, y es entonces que contempla al Sol en todo su esplendor. Lo mismo ocurre con el alma. La envoltura periespiritual, aunque invisible e intangible para nosotros, es una materia demasiado grosera aún para ciertas percepciones. A medida que el alma se eleva en moralidad el periespíritu se espiritualiza. Las imperfecciones del alma son como las capas de niebla que oscurecen la visión. Cada imperfección que dejamos atrás es una mancha menos, pero sólo cuando el espíritu esté totalmente purificado ha de gozar de la plenitud de sus facultades.