EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Formación inicial de los seres vivos.

1. Hubo un tiempo en que los animales no existían, de modo que estos han tenido un comienzo. Cada especie apareció a medida que el globo adquiría las condiciones necesarias para su existencia. Esto es indudable. Ahora bien, ¿cómo se formaron los primeros individuos de cada especie? Se entiende que desde que existió una primera pareja, los individuos se multiplicaron. Pero ¿de dónde salió esa primera pareja? Ese es uno de los misterios inherentes al principio de las cosas, respecto de los cuales sólo podemos enunciar hipótesis. Si la ciencia no está en condiciones aún de resolver por completo el problema, puede al menos encaminarse hacia la solución.

2. La primera cuestión que se presenta es esta: Cada especie animal, ¿salió de una pareja primitiva o de varias parejas creadas o, si se prefiere, que brotaron simultáneamente en diferentes lugares?

Esta última suposición es la más probable, y se puede incluso decir que surge de la observación. En efecto, el estudio de las capas geológicas confirma la presencia, en terrenos de idéntica formación y en proporciones enormes, de las mismas especies en puntos del globo muy alejados entre sí. Esa multiplicación tan generalizada, y en cierto modo contemporánea, habría sido imposible con un único tipo primitivo.

Por otro lado, la vida de un individuo, sobre todo de un individuo de una especie que hace su primera aparición, está sujeta a tantas vicisitudes, que una creación entera podría quedar comprometida sin la pluralidad de los tipos, lo que implicaría una inadmisible falta de previsión de parte del Creador supremo. Asimismo, si un tipo pudo formarse en un lugar, también podría formarse en muchos otros sitios, por efecto de la misma causa.

Por consiguiente, todo parece concurrir para probar que hubo una creación simultánea y múltiple de las primeras parejas de cada especie animal y vegetal.

3. La formación de los primeros seres vivos puede deducirse, por analogía, de la misma ley por la cual se formaron y se forman todos los días los cuerpos inorgánicos. A medida que se profundiza el estudio de las leyes de la naturaleza, los engranajes que a primera vista parecían tan complicados, se simplifican y confunden en la gran ley de unidad que rige toda la obra de la Creación. Eso se entenderá mejor cuando se haya comprendido la formación de los cuerpos inorgánicos, que es su primer grado.

4. La química considera como elementales un cierto número de sustancias, tales como el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno, el carbono, el cloro, el yodo, el flúor, el azufre, el fósforo y todos los metales. Al combinarse, estos forman los cuerpos compuestos: los óxidos, los ácidos, los álcalis, las sales y las innumerables variedades que surgen de la combinación de estos.

La combinación de dos cuerpos para formar un tercero requiere una especial confluencia de circunstancias, ya sea un determinado grado de calor, de sequedad o de humedad, de movimiento o de reposo, o bien una corriente eléctrica, etc. Si esas condiciones no existen, la combinación no se produce.

5. Cuando hay una combinación, los cuerpos componentes pierden sus propiedades características, mientras que el compuesto resultante adquiere otras nuevas, diferentes de las primeras. Así, por ejemplo, el oxígeno y el hidrógeno, que son dos gases invisibles, al combinarse químicamente forman el agua, que es líquida, sólida o gaseosa, según la temperatura. En el agua ya no existe, para ser precisos, ni oxígeno ni hidrógeno, sino un cuerpo nuevo. Al descomponerse esa agua, los dos gases que quedaron libres recobran sus propiedades y ya no hay agua. De ese modo, la misma cantidad de agua puede ser alternativamente descompuesta y recompuesta hasta el infinito.

6. La composición y la descomposición de los cuerpos se producen a consecuencia del grado de afinidad que tengan entre sí los principios elementales. La formación del agua, por ejemplo, resulta de la afinidad recíproca que existe entre el oxígeno y el hidrógeno; pero si se pone en contacto con el agua un cuerpo que tenga más afinidad con el oxígeno que la que este tiene con el hidrógeno, el agua se descompone; el oxígeno es absorbido, el hidrógeno queda libre, y ya no hay agua.

7. Los cuerpos compuestos se forman siempre en proporciones definidas, es decir, por la combinación de una cantidad determinada de los principios constituyentes. Así, para formar agua son necesarias una parte de oxígeno y dos de hidrógeno. Si se combinan dos partes de oxígeno con dos de hidrógeno, en vez de agua tendremos bióxido de hidrógeno, un líquido corrosivo, pero formado con los mismos elementos que entran en la composición del agua, aunque en otra proporción.

8. Esa es, en pocas palabras, la ley que preside la formación de todos los cuerpos de la naturaleza. La innumerable variedad de esos cuerpos resulta de un reducidísimo número de principios elementales combinados en proporciones diferentes.

Así, el oxígeno, combinado en ciertas proporciones con el carbono, el azufre y el fósforo, forma los ácidos carbónico, sulfúrico y fosfórico; el oxígeno y el hierro forman el óxido de hierro o herrumbre; el oxígeno y el plomo, ambos inofensivos, dan origen a los óxidos de plomo, tales como el litargirio, el albayalde, el minio, que son venenosos. El oxígeno con los metales denominados calcio, sodio y potasio, forman la cal, la soda y la potasa. La cal, unida al ácido carbónico forma los carbonatos de cal o piedras calcáreas, tales como el mármol, la tiza, la piedra de construcción, las estalactitas de las grutas; unida al ácido sulfúrico forma el sulfato de cal o yeso y el alabastro; unida al ácido fosfórico forma el fosfato de cal, base sólida de los huesos; el cloro y el hidrógeno forman el ácido clorhídrico o hidroclórico; el cloro y el sodio forman el cloruro de sodio o sal marina.

9. Todas esas combinaciones, y miles de otras, se obtienen artificialmente en pequeña escala en los laboratorios de química; y se producen espontáneamente y en gran escala en el inmenso laboratorio de la naturaleza.

En su origen, la Tierra no contenía esas materias combinadas, sino solamente sus principios constitutivos volatilizados. Cuando las tierras calcáreas y otras, que con el tiempo se convirtieron en piedras, se depositaron en su superficie, aquellas materias no existían totalmente formadas; no obstante, en el aire se encontraban, en estado gaseoso, todas las sustancias primitivas. Esas sustancias, precipitadas por efecto del enfriamiento, y sometidas a circunstancias favorables, se combinaron según el grado de sus afinidades moleculares. Entonces se formaron las diferentes variedades de carbonatos, sulfatos, etc., al principio disueltos en las aguas y luego depositados en la superficie del suelo.

En la suposición de que, por una causa cualquiera, la Tierra volviese a su estado primitivo de incandescencia, todo se descompondría; los elementos se separarían; todas las sustancias fusibles se fundirían; todas las que son volatilizables se volatilizarían. Posteriormente, otro enfriamiento determinaría una nueva precipitación, y de nuevo se formarían las antiguas combinaciones.

10. Estas consideraciones demuestran cuán necesaria era la química para la comprensión de la génesis.

Antes de que se conocieran las leyes de la afinidad molecular era imposible que se comprendiera la formación de la Tierra. Esta ciencia ha arrojado importante luz sobre la cuestión, como lo hicieron la astronomía y la geología desde otros puntos de vista.

11. En la formación de los cuerpos sólidos, uno de los fenómenos más notables es el de la cristalización, que consiste en la forma regular que adoptan ciertas sustancias al pasar del estado líquido o gaseoso al estado sólido. Esa forma, que varía de acuerdo con la naturaleza de la sustancia, es generalmente la de sólidos geométricos, tales como el prisma, el romboide, el cubo y la pirámide. Todos conocen los cristales del azúcar cande, los cristales de roca o silicio cristalizado. Son prismas de seis caras que terminan en una pirámide también hexagonal. El diamante es carbono puro o carbón cristalizado. Las figuras que en invierno se producen sobre los vidrios se deben a la cristalización del vapor de agua durante la congelación, con la forma de agujas prismáticas.

La disposición regular de los cristales corresponde a la forma particular de las moléculas de cada cuerpo. Esas partículas, infinitamente pequeñas para nosotros, pero que no dejan por eso de ocupar un cierto espacio, aproximadas las unas a las otras por atracción molecular, se acomodan y se yuxtaponen según lo exigen sus formas, de modo que cada una tome su lugar alrededor del núcleo o principal centro de atracción, para constituir un conjunto simétrico.

La cristalización sólo ocurre en ciertas circunstancias favorables, fuera de las cuales no puede producirse. El grado de la temperatura y el reposo son condiciones esenciales. Se comprende que demasiado calor, al mantener separadas las moléculas, no les permitiría que se condensasen, y que la agitación, al impedir que se acomoden simétricamente, sólo les dejaría que formen una masa confusa e irregular y, por lo tanto, sin la cristalización propiamente dicha.

12. La ley que rige la formación de los minerales conduce naturalmente a la formación de los cuerpos orgánicos.

El análisis químico muestra que todas las sustancias vegetales y animales están compuestas por los mismos elementos que los cuerpos inorgánicos. De esos elementos, los que desempeñan un rol principal son el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono. Los demás sólo se encuentran de manera eventual. Al igual que en el reino mineral, la diferencia de proporciones en la combinación de esos elementos produce todas las variedades de sustancias orgánicas y sus diversas propiedades, tales como los músculos, los huesos, la sangre, la bilis, los nervios, la sustancia cerebral y la grasa, en los animales; la savia, la madera, las hojas, los frutos, las esencias, los aceites, las resinas, etc., en los vegetales. Por consiguiente, en la formación de los animales y las plantas no interviene ningún elemento especial que no se encuentre también en el reino mineral.*


* El cuadro siguiente corresponde al análisis de algunas sustancias y muestra la diferencia de propiedades que resulta tan sólo de la diferencia en la proporción en que entran los elementos constituyentes. Sobre 100 partes tenemos:



Carbono

Hidrógeno

Oxígeno

Nitrógeno

Azúcar de caña

42.470

6.900

50.530

-

Azúcar de uva

36.710

6.780

56.510

-

Alcohol

51.980

13.700

34.320

-

Aceite de oliva

77.210

13.360

9.430

-

Aceite de nuez

79.774

10.570

9.122

0,534

Grasa

78.996

11.700

9.304

-

Fibrina

53.360

7.021

19.686

19.934




13. Algunos ejemplos comunes permitirán que se comprendan las transformaciones que ocurren en el reino orgánico por la sola modificación de los elementos constitutivos.

En el jugo de uva aún no hay vino ni alcohol, sino simplemente agua y azúcar. Cuando el jugo madura y las condiciones son propicias, se produce en él una actividad interna a la que se da el nombre de fermentación. A raíz de esa actividad, una parte del azúcar se descompone; el oxígeno, el hidrógeno y el carbono se separan y se combinan en las proporciones necesarias para producir el alcohol, de tal modo que cuando se bebe el jugo de uva no se bebe en realidad alcohol, pues este todavía no existe. El alcohol se forma de las partes constituyentes del agua y del azúcar, sin que haya, en suma, ni una molécula de más ni una de menos.

En el pan y las legumbres que se comen no hay, por cierto, ni carne, ni sangre, ni huesos, ni bilis, ni sustancia cerebral; sin embargo, esos mismos alimentos, al descomponerse y recomponerse durante el trabajo de la digestión, producen esas diferentes sustancias tan sólo por la transmutación de sus elementos constitutivos.

En la semilla de un árbol tampoco hay madera, ni hojas, ni flores, ni frutos, y sería un error pueril suponer que el árbol entero, en tamaño microscópico, se encuentra allí. Casi no existe siquiera en la simiente la cantidad de oxígeno, hidrógeno y carbono necesaria para formar la hoja del árbol. La semilla contiene un germen que hace eclosión cuando encuentra condiciones favorables. Ese germen se desarrolla debido a los jugos que absorbe de la tierra y a los gases que aspira del aire. Esos jugos, que no son madera, ni hojas, ni flores, ni frutos, al infiltrarse en la planta forman la savia, del mismo modo que en los animales forman la sangre. Transportada por la circulación a todas las partes del vegetal, según el órgano adonde llega, la savia experimenta una elaboración especial y se transforma en madera, hojas, frutos, así como la sangre se transforma en carne, huesos, bilis, etc. No obstante, se trata siempre de los mismos elementos: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y carbono, combinados de diversas maneras.

14. Por consiguiente, las diferentes combinaciones de los elementos para la formación de las sustancias minerales, vegetales y animales, no pueden producirse sino en los medios y en las circunstancias propicias; fuera de esas circunstancias, los principios elementales permanecen en una especie de inercia. Con todo, a partir del momento en que las circunstancias se vuelven favorables, comienza un trabajo de elaboración; las moléculas se ponen en movimiento, se agitan, se atraen, se aproximan y se separan por efecto de la ley de las afinidades y, mediante sus múltiples combinaciones, componen la infinita variedad de las sustancias. Si esas condiciones desaparecen, el trabajo cesa bruscamente y vuelve a comenzar cuando estas se presentan nuevamente. Así es como la vegetación se activa, se debilita, se detiene y prosigue, bajo la acción del calor, de la luz, de la humedad, del frío o de la sequía; así es como una planta prospera en un clima o en un terreno, y se marchita o muere en otros.

15. Lo que ocurre a diario delante de nuestros ojos puede orientarnos acerca de lo que sucedió en el origen de los tiempos, ya que las leyes de la naturaleza son invariables.

Puesto que los elementos constitutivos de los seres orgánicos e inorgánicos son los mismos, y que los vemos constantemente, en determinadas circunstancias, formar piedras, plantas y frutos, podemos inferir de ahí que los cuerpos de los primeros seres vivos se formaron, como las primeras piedras, por la reunión de las moléculas elementales, en virtud de la ley de afinidad, a medida que las condiciones de vitalidad del globo fueron propicias para tal o cual especie.

La semejanza de forma y de colores en la reproducción de los individuos de cada especie puede compararse con la semejanza de forma de cada especie de cristal. Como se yuxtaponen por la acción de la misma ley, las moléculas producen un conjunto análogo.