24. No existe una delimitación nítidamente marcada entre
los reinos vegetal y animal. En las fronteras de los dos reinos están
los zoófitos o animales plantas, cuyo nombre indica que participan
de uno y otro y les sirven como punto de contacto.
Al igual que los animales, las plantas nacen, viven, crecen,
se alimentan, respiran, se reproducen y mueren. También necesitan
luz, calor y agua para vivir; en caso de que les falten esos
elementos, se marchitan y mueren. La absorción de un aire viciado
y de sustancias deletéreas las envenena. Su carácter distintivo más
acentuado es el hecho de que permanezcan vinculadas al suelo y
extraigan de él su alimento, sin desplazarse.
El zoófito tiene la apariencia exterior de la planta. Como planta,
se mantiene vinculado al suelo; como animal, la vida en él se encuentra
más manifiesta: toma su alimentación del medio ambiente.
Un escalón más arriba, el animal es libre y busca su alimento.
En primer lugar, se encuentran las numerosas variedades de
pólipos de cuerpos gelatinosos, que carecen de órganos bien definidos,
y sólo difieren de las plantas por la facultad de locomoción.
Siguen, en el orden del desarrollo de los órganos, de la actividad
vital y del instinto: los helmintos o lombrices intestinales; los moluscos,
animales carnosos desprovistos de huesos, algunos de los
cuales están desnudos, como las babosas y los pulpos; y otros provistos
de conchas, como el caracol y la ostra. Los crustáceos, cuya
piel está cubierta con una corteza sólida, como el cangrejo y la
langosta de mar; los insectos, en los cuales la vida despliega una actividad
prodigiosa y se manifiesta el instinto industrioso, como la
hormiga, la abeja y la araña. Algunos experimentan metamorfosis,
como la oruga, que se transforma en una delicada mariposa. Sigue,
a continuación, el orden de los vertebrados, animales de esqueleto
óseo, que comprende los peces, los reptiles, las aves y, por último,
los mamíferos, cuya organización es la más completa.