EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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47. Un ejemplo habitual, destacable por su analogía, hará más comprensibles aún los principios que se acaban de exponer:


El 24 de mayo de 1861, la fragata Ifigenia transportó a Nueva Caledonia una compañía disciplinaria compuesta por 291 hombres. Al llegar, el comandante les comunicó un orden del día redactado en los términos siguientes:


“Al poner los pies en esta tierra lejana, sin duda ya habréis comprendido el rol que se os ha reservado.


”Conforme al ejemplo de los bravos soldados de nuestra marina, que prestan servicio a vuestro lado, nos ayudaréis a trasladar con lucimiento la antorcha de la civilización al seno de las tribus salvajes de Nueva Caledonia. Os pregunto, ¿no es esa una grata y noble misión? Habréis de desempeñarla con dignidad.


”Escuchad la palabra y los consejos de vuestros superiores. Estoy por encima de ellos. Entended debidamente mis palabras.


”La elección de vuestro comandante, de vuestros oficiales, suboficiales y cabos constituye una garantía plena de que se aplicarán todos los esfuerzos para hacer de vosotros excelentes soldados. Digo más: para elevaros a la altura de los buenos ciudadanos y transformaros en colonos honrados si así lo quisierais.


”Vuestra disciplina es severa, y así debe ser. Depositada en nuestras manos será firme e inflexible, tomadlo en cuenta; y al mismo tiempo, justa y paternal, sabrá distinguir el error del vicio y la degradación…”


Vemos aquí un puñado de hombres expulsados por su mala conducta de un país civilizado, y enviados como castigo al ámbito de un pueblo bárbaro. ¿Qué les dice el jefe? “Habéis infringido las leyes de vuestro país; en él os habéis convertido en causa de perturbación y escándalo, y por eso fuisteis expulsados. Os envían aquí, y aquí podéis rescatar vuestro pasado; podéis, mediante el trabajo, crearos una posición honrosa y convertiros en ciudadanos honestos. Tenéis una hermosa misión que cumplir: trasladar la civilización a estas tribus salvajes. La disciplina será severa, pero justa, y sabremos reconocer a quienes procedan correctamente. Tenéis el destino en vuestras manos; podréis mejorarlo si así lo quisierais, porque tenéis libre albedrío”.


Para aquellos hombres arrojados en medio de salvajes, ¿no es la madre patria un paraíso que ellos perdieron por sus propias faltas y por rebelarse contra la ley? En aquella tierra lejana, ¿no son ellos ángeles caídos? El lenguaje del comandante, ¿no es idéntico al que Dios empleó cuando se dirigió a los Espíritus exiliados en la Tierra? “Habéis desobedecido mis leyes, y por eso os he expulsado del mundo donde habríais podido vivir felices y en paz. Aquí es taréis condenados al trabajo; pero podréis, por vuestra buena conducta, haceros merecedores del perdón y de reconquistar la patria que por vuestra falta habéis perdido, es decir, el cielo.”