EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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24. Entre los seres inferiores de la Creación el sentido moral no existe. En ellos la 2. Ver en la Revista Espírita, de agosto de 1864: “Cuestiones y problemas. Destrucción de los aborígenes de México.” [N. de A. Kardec] inteligencia no ha reemplazado al instinto, la lucha tiene por móvil la satisfacción de una necesidad material que es, en primer lugar, la de alimentarse. Luchan únicamente para vivir, es decir, para obtener o defender una presa, ya que no los estimula un objetivo más elevado. En este primer período se elabora el alma y se la prepara para la verdadera vida. Hay en el hombre un período de transición en el cual muy poco lo distingue del animal. En las primeras edades el instinto animal domina y la lucha tiene aún por finalidad la satisfacción de las necesidades materiales. Más tarde, el instinto animal y el sentimiento moral se equilibran. El hombre todavía lucha, mas ya no para alimentarse, sino para satisfacer su ambición, su orgullo y su necesidad de dominio, que lo impulsan todavía a destruir. Sin embargo, a medida que el sentido moral va aumentando, la sensibilidad crece y la necesidad de destrucción disminuye, llegando ésta a desaparecer y mostrarse detestable: en esa hora el hombre comienza a sufrir horror ante la visión de la sangre. Como todo, la lucha siempre es imprescindible para el desarrollo del espíritu, pues a pesar de haber llegado a ese punto, que nos parece culminante, la perfección está aún lejana. Es a costa de su actividad que él adquirirá conocimientos y experiencia y se despojará de los últimos vestigios de animalidad. Pero la lucha, antes sangrienta y brutal, ahora es puramente intelectual: el hombre ha de luchar contra las dificultades y no contra sus semejantes.