EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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27. En los Espíritus encarnados, la vista espiritual es necesariamente incompleta e imperfecta y, por consiguiente, está sujeta a aberraciones. Como tiene su sede en el alma misma, el estado de esta habrá de influir en sus percepciones. Según el grado de desarrollo, las circunstancias y el estado moral del individuo, la vista espiritual puede tener, ya sea durante el dormir o en el estado de vigilia, la percepción de: 1.º) ciertos hechos materiales y reales, como el conocimiento de algunos acontecimientos que tienen lugar a mucha distancia, los detalles descriptivos de una localidad, las causas de una enfermedad y los remedios adecuados para su tratamiento; 2.º) cosas igualmente reales del mundo espiritual, como la presencia de los Espíritus; 3.º) imágenes fantásticas creadas por la imaginación, análogas a las creaciones fluídicas del pensamiento. (Véase, más arriba, el § 14.) Esas creaciones se encuentran siempre en relación con las disposiciones morales del Espíritu que las genera. Es así como el pensamiento de personas intensamente imbuidas de ciertas creencias religiosas, y preocupadas en relación con ellas, presenta imágenes del infierno, sus hogueras, sus torturas y sus demonios, tal como esas personas los imaginan. En ocasiones se trata de toda una epopeya. Los paganos veían el Olimpo y el Tártaro, como los cristianos ven el Infierno y el Paraíso. Si al despertar o al salir del éxtasis, esas personas conservan un recuerdo exacto de sus visiones, las toman por realidades que confirman sus creencias, en tanto que no son otra cosa que el producto de sus propios pensamientos. * Es preciso, por consiguiente, que se haga una distinción muy rigurosa de las visiones extáticas antes de aceptarlas. En ese sentido, el remedio para la excesiva credulidad es el estudio de las leyes que rigen el mundo espiritual.




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* De este modo se pueden explicar las visiones de la hermana Elmerich que, al referirse a la época de la pasión de Cristo, manifiesta haber visto cosas materiales que nunca han existido, a no ser en los libros que ella leyó; así como las visiones de la Sra. Cantianille (Revista Espírita, agosto de 1866), y una parte de las de Swedenborg. (N. de Allan Kardec.)