EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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4. El espiritismo ha venido por su parte a hacer lo que cada ciencia hizo en su advenimiento: revelar nuevas leyes y explicar, en consecuencia, los fenómenos que competen a esas leyes.


Es cierto que esos fenómenos se relacionan con la existencia de los Espíritus y con su intervención en el mundo material, y precisamente en eso –dicen algunos– consiste lo sobrenatural. Pero en ese caso sería necesario probar que los Espíritus y sus manifestaciones son contrarios a las leyes de la naturaleza, y que allí no existe ni puede existir la acción de ninguna de esas leyes.


El Espíritu no es más que el alma que sobrevive al cuerpo; es el ser principal, puesto que no muere, mientras que el cuerpo no es otra cosa que un accesorio perecedero. Su existencia, por lo tanto, es tan natural después como durante la encarnación; está sometida a las leyes que rigen el principio espiritual, del mismo modo que el cuerpo está sometido a las leyes que rigen el principio material. No obstante, como ambos principios tienen una afinidad necesaria, como reaccionan sin cesar el uno sobre el otro, como de la acción simultánea de ellos resultan el movimiento y la armonía del conjunto, se sigue de ahí que la espiritualidad y la materialidad son dos aspectos de un mismo todo, tan natural la una como la otra, y que la primera no es una excepción ni una anomalía en el orden de las cosas.