EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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6. Si es aceptada la providencia de Dios hacia sus criaturas, ¿por qué no admitir que espíritus capaces de hacer avanzar a la Humanidad, por su energía y la superioridad de sus conocimientos, encarnen por voluntad de Dios para ayudar al progreso en un sentido determinado, es decir, que reciban una misión como un embajador la recibe de su rey? Tal es el papel de los grandes genios. ¿Qué vienen a hacer, si no es a enseñar a los hombres verdades que éstos ignoran y que hubiesen seguido ignorando mucho tiempo más? ¿A entregarles una escalera para que con su ayuda puedan ascender más rápidamente? Esos genios, que aparecen a través de los siglos como estrellas fulgurantes, dejando tras de sí una larga estela de luz sobre la Humanidad, son misioneros, o, si se prefiere, mesías. Las cosas nuevas que enseñan a los hombres, ya sea en el orden físico o en el filosófico, son revelaciones. Si Dios permite la existencia de reveladores para las verdades científicas, puede, con mayor razón, suscitarlos para las verdades morales, que son uno de los elementos esenciales para el progreso. Tales son los filósofos, cuyas ideas perduran a través del tiempo.