Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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Continuación

Después de algunos instantes, aquel que se estaba ahogando volvió poco a poco a la vida, mas sólo para decir: “Es increíble, ¡yo que nado tan bien!” Vio perfectamente al que lo había salvado, pero, mirándome, agregó: “¡Uf! ¡Escapé por poco! Como sabéis, hay ciertos momentos en que uno pierde la cabeza; no son las fuerzas que nos traicionan, pero..., pero...” Al ver que él no podía continuar, me apresuré a decirle: «En fin, gracias a este muchacho valiente, he aquí que estáis salvado». Él miraba al joven, que lo examinaba con el aire más indiferente del mundo, con las manos en la cintura. El señor se puso a sonreír y dijo: “Entretanto, es verdad”, y después me saludó. Fantasía quiso correr atrás de él. «¡Bah! –me dijo ella, quedándose absorta–, ciertamente eso es muy natural». El muchachito lo vio alejarse, y luego volvió con su perro. Esta vez, Fantasía lloró.

GÉRARD DE NERVAL

Un miembro de la Sociedad hizo observar que faltaba la conclusión, pero Gérard agregó estas palabras:

«Con mucho gusto estoy a vuestra disposición para otro dictado; pero, con referencia a éste, Fantasía me dijo que pare aquí. Quizá esté equivocada; ¡ella es tan caprichosa!»

La conclusión había sido dada anticipadamente por el vizconde Delaunay.