Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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El pauperismo
(Comunicación enviada por el Sr. Sabò, de Burdeos)

Es en vano que los filántropos de vuestra Tierra sueñan con cosas que jamás verán realizarse. Recordad estas palabras del Cristo: «Porque a los pobres siempre los tenéis con vosotros», y sabed que Sus palabras son palabras de verdad. Amigo mío, ahora que conocéis el Espiritismo, ¿no consideráis justa y equitativa esa desigualdad de condiciones que os causaba gran aversión, murmurando contra ese Dios que no había hecho a todos los hombres ricos y felices? ¡Pues bien! Ahora que pensáis que Dios hizo todo bien, y que sabéis que la pobreza es una punición o una prueba, buscad aliviarla, pero no recurráis a utopías para hacer que los infelices sueñen con una igualdad imposible. Por cierto que, a través de una sabia organización social, se pueden aliviar muchos sufrimientos, y es esto que se debe buscar; pero pretender que los mismos desaparezcan totalmente de la faz de la Tierra es una idea quimérica; siendo la Tierra un lugar de expiación, habrá siempre pobres que expíen en esa prueba el abuso que hicieron de los bienes, de los cuales Dios los había hecho dispensadores, y que nunca conocieron la dulzura de hacer el bien a sus hermanos. Atesoraron moneda por moneda para acumular riquezas inútiles, para sí mismos y para los otros, y se enriquecieron con lo que hubieron despojado de la viuda y del huérfano. ¡Oh, aquéllos son muy culpables, y su egoísmo tendrá terribles consecuencias!

Sin embargo, guardaos de ver a todos los pobres como culpables en punición; si la pobreza es para algunos una severa expiación, para otros es una prueba que debe abrirles más rápidamente el santuario de los elegidos. Sí, siempre habrá pobres y ricos, para que unos tengan el mérito de la resignación, y otros el de la caridad y de la devoción. Que seáis ricos o pobres, estáis en un terreno resbaladizo que os puede despeñar en el abismo, de cuyo borde únicamente vuestras virtudes pueden protegeros.

Cuando digo que siempre habrá pobres en la Tierra, quiero decir que, mientras haya vicios que originen las expiaciones de los Espíritus perversos, Dios los enviará para que se reencarnen en la misma, para su propio castigo y el de los encarnados. Mereced, por vuestras virtudes, que Dios solamente os envíe Espíritus buenos, y de un infierno haréis un paraíso terrestre.

ADOLFO, obispo de Argel.