Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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Fenómeno de aportes

Este fenómeno es, indiscutiblemente, uno de los más extraordinarios entre aquellos que las manifestaciones espíritas presentan, y es también uno de los más raros. Consiste en el aporte espontáneo de un objeto que no existe en el lugar en que estamos. Hace mucho tiempo que nosotros lo conocíamos a través de informaciones; pero como hace poco nos fue permitido atestiguarlo, podemos ahora hablar del mismo con conocimiento de causa. Para comenzar, digamos que es uno de los fenómenos que más se prestan a la imitación y, por consiguiente, debemos estar prevenidos contra la superchería. Se sabe hasta dónde puede llegar el arte de la prestidigitación en lo tocante a experiencias de este género; pero, aun sin tener que enfrentarse con un prestidigitador, se podría fácilmente ser engañado por una maniobra hábil. La mejor de todas las garantías está en el carácter, en la honestidad notoria y en el absoluto desinterés de la persona que obtiene semejantes efectos; en segundo lugar, en el examen atento de todas las circunstancias en que los hechos se producen; y finalmente, en el conocimiento esclarecido del Espiritismo, el único que puede descubrir todo lo que sea sospechoso.

Hemos dicho que ese fenómeno es uno de los más raros y, quizá menos que los otros, no se produce a voluntad ni sobre todo a cualquier momento. Aunque raramente, a veces puede ser provocado, pero en la mayoría de las veces es espontáneo; de esto se deduce que cualquiera que se jacte de obtenerlo a gusto y en un momento dado, puede ser terminantemente tachado de ignorante y ser sospechoso de fraude, con más fuerte razón si en él se mezcla el más mínimo motivo de interés material. Un médium que saque cualquier provecho de su facultad puede ser realmente médium, pero como esta facultad está sujeta a intermitencias y como los fenómenos dependen exclusivamente de la voluntad de los Espíritus, que no se someten a nuestro capricho, resulta que el médium interesado, para no fallar o para producir más efecto según las circunstancias, llama en su ayuda a las artimañas, porque para él es preciso que el Espíritu actúe de cualquier manera, si no lo suple con su artimaña, que algunas veces se oculta bajo los más simples artificios.

Al haber hecho estas reflexiones preliminares, que tienen como objetivo precaver a los observadores, volvamos a nuestro tema; pero antes de hablar de lo que nos concierne, creemos un deber publicar la siguiente carta, que nos ha sido enviada de Orleáns, el 14 de febrero último.

«Señor,

«El que os escribe esta carta es un espírita de convicciones; los hechos que la misma relata son raros; deben servir al bien de todos y ya han llevado a la convicción a varias personas que nos rodean y que los han atestiguado.

«El primer hecho ha ocurrido el 1º de enero de 1861. Una de mis parientes, que tiene la facultad medianímica en grado supremo y que ignoraba eso completamente antes que yo le hubiese hablado de Espiritismo, veía algunas veces a su madre, pero consideraba esto como alucinaciones y trataba de evitarlas. El 1º de enero pasado, alrededor de las tres de la tarde, la vio nuevamente; el sobresalto que tuvo, al igual que su marido –aunque éste no viese nada–, impidió que ella se diera cuenta de sus movimientos. Algunos minutos después, al volver al cuarto, su marido vio sobre la mesa un anillo que su esposa reconoció perfectamente como siendo el anillo de su propia madre, que dicha hija le había puesto en el dedo en el momento de la muerte de su progenitora. Algunos días más tarde, como la esposa sufrió una sofocación a la que era propensa, yo aconsejé a su marido a que la magnetizara, lo que él hizo. Al cabo de tres minutos, ella adormeció profundamente y la lucidez fue perfecta. Entonces ella dijo al marido que su madre le había traído el anillo para probarle que está con ellos y que vela por ellos. El marido le preguntó a su mujer si ella ve a la hija de ambos, fallecida con 2 años de edad hace ocho años, y si ésta le puede traer un recuerdo. La sonámbula respondió que la hija está allá, así como la madre de su marido; que al día siguiente la hija le traerá una rosa que él encontrará en el escritorio. El hecho se realizó; una rosa marchita era acompañada por un papel, sobre el cual estaban escritas estas palabras: A MI PAPÁ QUERIDO: Laure. Dos días después tuvo lugar un sueño magnético; el marido pregunta si él podría recibir algunos cabellos de su propia madre. Su deseo es atendido al instante: los cabellos están sobre la chimenea. Después, dos cartas fueron escritas espontáneamente por las dos madres.

«Llego a los hechos que sucedieron en mi casa. Después de un estudio serio de vuestras obras sobre el Espiritismo, la fe me vino sin que yo haya visto un solo hecho. El Libro de los Médiums me había aconsejado a intentar escribir, pero no obtuve ningún resultado; persuadido de que yo no conseguiría nada sin la presencia de la persona de la cual os he hablado anteriormente, le pedí que viniera a Orleáns, así como a su marido. Lunes 11 de febrero a las 10 horas de la noche: sueño magnético y éxtasis; ve junto a ella y a nosotros a los Espíritus que la acompañan y que le habían prometido venir con ella. Le pregunto si seré médium escribiente; ella responde: Sí, en 15 días. Agrega que al día siguiente su madre escribirá por su intermedio para convencer a uno de mis amigos, que ella solicitó que yo hiciera venir. Día 12 a las 8 horas de la mañana: sueño; le preguntamos si debíamos darle un lápiz: No –me dijo ella; mi madre está cerca de ti y escribe; su carta está sobre la chimenea. Voy hasta allí y encuentro un papel doblado que contiene estas palabras: Creed y orad, estoy con vosotros; esto es para convenceros. También me dijo que en esa noche yo podría intentar escribir, que ella posaría su mano sobre la mía. No me atreví a esperar semejante resultado; entretanto, escribí estas palabras: Creed; voy a volver; no olvidéis el magnetismo; no tardéis más tiempo. Mi parienta debía partir al día siguiente. A la noche escribimos esto: La ciencia espírita no es una broma; es verdadera; el magnetismo puede conducir a ella. Orad e invocad a aquellos que sienta vuestro corazón. No tardéis más tiempo. Catherine. He aquí el nombre de su madre.

«Varias veces me ordenaron que os escriba estos hechos; incluso he sido criticado por no haberlo realizado antes; además, ella me ha dicho que podríais tener la prueba de lo que os digo, y que su propia madre iría confirmaros esos hechos si la llamaseis. Atentamente.»

Esta carta relata dos fenómenos notables: el de aportes y el de escritura directa. Haremos al respecto una observación esencial: cuando el marido y la esposa obtuvieron los primeros efectos, ellos estaban solos, totalmente preocupados con lo que pudiera sucederles y no tenían ningún interés en engañarse mutuamente. En segundo lugar, el aporte del anillo, que había sido enterrado con la madre, es un hecho positivo, que no podía ser el resultado de una superchería, porque no se juega con esas cosas.

Varios hechos de la misma naturaleza nos han sido relatados por personas de las cuales tenemos plena confianza y que han ocurrido en circunstancias también auténticas; pero he aquí un hecho del que hemos sido dos veces testigo ocular, así como varios miembros de la Sociedad.

La Srta. V. B..., joven de 16 a 17 años, es una muy buena médium psicógrafa y al mismo tiempo una sonámbula clarividente. Durante el sueño ella ve principalmente al Espíritu de uno de sus primos, que varias veces ya le había traído diferentes objetos, entre otros, el aporte de anillos, de bombones en gran cantidad y de flores. Es siempre necesario que ella esté adormecida aproximadamente dos horas antes de la producción del fenómeno. La primera vez que asistimos a una manifestación de ese género, tuvo lugar el aporte de un anillo que le fue puesto en la mano. Para nosotros, que conocíamos a la joven y a sus padres –personas muy honorables–, no había ningún motivo para dudar; entretanto, confesamos que para los extraños, la manera como esto sucedió era poco concluyente. Ya en la otra sesión fue totalmente diferente. Después de dos horas de sueño previo, durante las cuales la joven sonámbula se ocupó con cosas muy interesantes, pero extrañas a lo que estamos tratando, el Espíritu le apareció con un ramo de flores, visible solamente para ella. No fue sino después de haber instigado su avidez por un largo tiempo y de haber hecho incesantes pedidos, que el Espíritu hizo caer a sus pies un ramillete de azafrán. La joven no se dio por satisfecha; el Espíritu aún tenía algo que ella quería; nuevas súplicas fueron realizadas durante aproximadamente media hora, después de la cual apareció en el piso un gran ramo de violetas, cubierto de musgo. Algún tiempo después un bombón, del tamaño de un puño, cayó a su lado; por el sabor reconocieron que era de ananá, que parecía haber sido amasado con las manos.

Todo esto duró cerca de una hora y, durante ese tiempo, la sonámbula estuvo constantemente aislada de todos los asistentes; su propio magnetizador se mantuvo a una gran distancia; nosotros estábamos ubicado de manera a no perder de vista un solo movimiento y declaramos sinceramente que no hubo nada de sospechoso. En esa sesión, el Espíritu, que se llama Léon, prometió venir a la Sociedad para dar las explicaciones que le fuesen solicitadas.

Nosotros lo evocamos en la sesión de la Sociedad del 1º de marzo, juntamente con el Espíritu Sra. Catherine, que se había manifestado en Orleáns; he aquí la conversación que tuvo lugar:

1. Evocación de la Sra. Catherine. –Resp. Estoy presente y preparada para responderos.

2. Habéis dicho a vuestra hija y a vuestro pariente de Orleáns que vendríais a confirmar aquí los fenómenos que ellos han atestiguado; nos agradaría mucho recibir vuestras explicaciones al respecto. Para comenzar, os preguntaría con qué objetivo habéis insistido tanto para que me escribieran el relato de estos hechos. –Resp. Lo que prometí, estoy lista para hacerlo, porque es a vos a quien debemos informar más; yo había dicho a mis hijos que os comunicasen esas pruebas con la finalidad de propagar el Espiritismo.

3. Hace algunos días he sido testigo de hechos análogos y voy a pedir al Espíritu que los produjo que consienta en venir. Al haber podido observar todas las fases del fenómeno, tengo la intención de dirigirle varias preguntas. Os ruego que os juntéis a él para completar las respuestas, si esto fuere necesario. –Resp. Haré lo que me pedís; con los dos habrá más claridad y precisión.

4. Evocación de Léon. –Resp. Estoy aquí, listo para cumplir la promesa que os hice, caballero.

Nota – Generalmente los Espíritus prescinden de nuestras fórmulas de tratamiento; este Espíritu ofrece la particularidad de que cada vez que lo hemos evocado, se ha servido siempre de la palabra caballero.

5. ¿Podríais decirnos, por favor, por qué esos fenómenos sólo se producen durante el sueño magnético de la médium? –Resp. Esto se debe a la naturaleza de la médium; los hechos que produzco cuando ella está dormida, podría también producirlos con otro médium en estado de vigilia.

6. ¿Por qué hacéis esperar tanto tiempo el aporte de los objetos, y por qué instigáis la avidez de la médium, exacerbando su deseo de obtener el objeto prometido? –Resp. Necesito ese tiempo para preparar los fluidos que sirven para el aporte; en cuanto a la instigación, es sólo para divertir a las personas presentes y a la sonámbula.

7. Pensé que esta instigación podría producir una emisión más abundante de fluido por parte de la médium, y facilitar la combinación necesaria. –Resp. Estabais equivocado, caballero; los fluidos que nos son necesarios no pertenecen al médium, sino al Espíritu y, en ciertos casos, se puede incluso prescindir de aquéllos, y el aporte ocurrir inmediatamente.

8. La producción del fenómeno, ¿depende de la naturaleza especial del médium, y podría darse a través de otros médiums, con mayor facilidad y rapidez? –Resp. La producción depende de la naturaleza del médium, y sólo puede realizarse con otros de naturaleza correspondiente; en cuanto a la rapidez, nos es de gran ayuda el hábito de comunicarnos frecuentemente con el mismo médium.

9. La naturaleza del médium, ¿debe corresponder a la naturaleza del hecho o a la del Espíritu? –Resp. Es preciso que corresponda a la naturaleza del hecho, y no a la naturaleza del Espíritu.

10. La influencia de las personas presentes, ¿contribuye en algo? –Resp. Cuando en ellas hay incredulidad y oposición, esto puede dificultar mucho. Preferimos presentar nuestras pruebas a los creyentes y a las personas versadas en Espiritismo; pero con esto no quiero decir que la mala voluntad pueda paralizarnos completamente.

11. Aquí sólo hay creyentes y personas muy simpáticas; ¿existe algún obstáculo para que el hecho suceda? –Resp. Existe, aquel para el cual yo no estoy preparado ni dispuesto.

12. ¿Lo estaríais en otro día? –Resp. Sí.

13. ¿Podríais marcarlo? –Resp. Un día en que nada me solicitéis, vendré repentinamente a sorprenderos con un lindo ramo de flores.

14. Tal vez hayan personas que prefieran bombones. –Resp. Si hay golosos, también podrán ser contentados; creo que las damas, que no desdeñan las flores, gustarán aún más de los bombones.

15. La Srta. V. B... ¿tendrá necesidad de estar en sonambulismo? –Resp. Haré el fenómeno de aporte con ella despierta.

16. ¿Dónde tomasteis las flores y los bombones que habéis aportado? –Resp. Recogí las flores en los jardines, donde las hay de mi agrado.

17. ¿Y los bombones? ¿El confitero no habrá notado la falta de los mismos? –Resp. Los tomo de donde quiero; el confitero no percibió nada, porque puse otros en su lugar.

18. Pero los anillos son valiosos; ¿de dónde los sacasteis? ¿No habréis causado algún perjuicio a quien se los quitasteis? –Resp. Los he tomado de lugares desconocidos por todos, y de manera que nadie pudiera ser perjudicado.

19. ¿Es posible aportar flores de otro planeta? –Resp. No, esto no es posible para mí.

20. ¿Otros Espíritus podrían hacerlo? –Resp. Sí, hay Espíritus más elevados que yo que pueden hacerlo; en cuanto a mí, no puedo encargarme de esto. Contentaos con lo que he de aportaros.

21. ¿Podríais aportar flores de otro hemisferio? Por ejemplo, ¿de los trópicos? –Resp. Desde que sea de la Tierra, puedo.

22. El otro día, ¿cómo habéis introducido esos objetos, ya que la habitación estaba cerrada? –Resp. Los hice entrar conmigo, envueltos –por así decirlo– en mi sustancia. En cuanto a daros más detalles, esto no es explicable.

23. (A la Sra. Catherine.) Ya que el anillo que habéis aportado a vuestra hija estaba enterrado con vuestros restos mortales, ¿cómo lo obtuvisteis? –Resp. Lo retiré de la tierra y lo aporté a mi hija.

24. (A Léon.) ¿Cómo habéis hecho para volver visibles esos objetos, que un momento antes eran invisibles? –Resp. Quité la materia que los envolvía.

25. Esos objetos que habéis aportado, ¿podríais hacerlos desaparecer, y llevarlos de vuelta a su lugar? –Resp. Así como los he traído aquí, puedo llevarlos de vuelta, según mi voluntad.

26. Ayer... (el Espíritu rectifica escribiendo: miércoles.) Exactamente; el miércoles, la médium os vio tomar una tijera y cortar flores de naranjo en el ramillete que está en su habitación; ¿tuvisteis realmente necesidad de un instrumento cortante para ello? –Resp. No tenía ninguna tijera, pero me hice ver así para que tuvieran la certeza de que era yo que las sacaba.

27. ¿Pero el ramillete estaba debajo de un globo de vidrio? –Resp. ¡Oh! Yo bien podía sacar el globo.

28. ¿Lo habéis sacado? –Resp. No.

29. No entendemos cómo esto puede suceder; ¿creéis que un día llegaremos a comprender este fenómeno? –Resp. Dentro de poco tiempo; no sólo lo creemos, sino que tenemos la certeza.

30. ¿Quién acaba de responder? ¿Léon o la Sra. Catherine? –Resp. Los dos.

31. La producción del fenómeno de aportes, ¿os causa alguna dificultad o algún problema? –Resp. No nos causa ninguna dificultad cuando tenemos el permiso para producirlos; podría causarnos muchos problemas si quisiéramos producir efectos sin haber sido autorizados para ello.

32. ¿Cuáles son las dificultades que encontráis? –Resp. Solamente las malas disposiciones fluídicas que pueden ser contrarias a nosotros.

33. ¿Cómo aportáis el objeto? ¿Lo sostenéis con las manos? –Resp. No, lo envuelvo en mí mismo.

34. ¿Aportaríais con la misma facilidad un objeto de un peso considerable, de 50 kilos, por ejemplo? –Resp. El peso no es nada para nosotros; aportamos flores porque esto puede ser más agradable que un objeto voluminoso.

35. ¿Se puede a veces atribuir a los Espíritus la desaparición de objetos, cuya causa se ignora? –Resp. Esto sucede con mucha frecuencia, más a menudo de lo que pensáis, y ello podría remediarse pidiéndole al Espíritu que vuelva a traer el objeto desaparecido.

36. ¿Hay efectos que son considerados como fenómenos naturales y que se deben a la acción de ciertos Espíritus? –Resp. Vuestros días están llenos de esos hechos, que no comprendéis porque no habéis pensado en ellos, pero que con un poco de reflexión percibiríais claramente.

37. Entre los objetos que se aportan, ¿no hay algunos que pueden ser fabricados por los Espíritus, es decir, producidos espontáneamente por las modificaciones que los Espíritus pueden operar en el fluido o elemento universal? –Resp. No por mí, porque no tengo permiso para eso; solamente un Espíritu elevado puede hacerlo.

38. Un objeto hecho de esa manera, ¿podría tener estabilidad y volverse un objeto de uso? Si un Espíritu hiciese una tabaquera, por ejemplo, ¿alguien podría servirse de la misma? –Resp. Podría ser, si el Espíritu así lo quisiera; pero también podría suceder eso para sólo ser vista, desvaneciéndose al cabo de algunas horas.

Observación – Se puede incluir en la categoría de los fenómenos de aportes los que han sucedido en la calle de Noyers y que hemos relatado en la Revista del mes de agosto de 1860, con la diferencia de que en este último caso son producidos por un Espíritu malévolo, cuyo objetivo es causar perturbación, mientras que en los fenómenos aquí abordados son Espíritus benévolos los que buscan ser agradables y los que atestiguan simpatía.

Nota – Sobre la teoría de la formación espontánea de objetos, véase El Libro de Médiums, capítulo intitulado: Laboratorio del Mundo Invisible.