Los tres prototipos
(Médium: Sr. Alfred Didier)
Hay en el mundo tres prototipos que serán eternos; grandes hombres han descripto a esos tres prototipos como eran en su tiempo y han intuido que existirían siempre. Esos tres prototipos son: primero Hamlet, que ha dicho: To be or not to be, that is the question; después Tartufo, que balbucea oraciones y que además medita el mal; y por último Don Juan, que dice a todos: No creo en nada. Molière ha encontrado –solamente él– a dos de estos prototipos; denunció a Tartufo y fulminó a Don Juan. Sin la verdad, el hombre está en duda como Hamlet; sin conciencia, el hombre es como Tartufo, y sin corazón, como Don Juan. Es cierto que Hamlet está en duda, pero él busca, es desdichado, la incredulidad lo agobia, sus más suaves ilusiones se alejan a cada día, y ese ideal, esa verdad que él persigue, cae en el abismo como Ofelia y se pierde para siempre para él. Entonces enloquece y muere desesperado; pero Dios lo perdonará, porque tuvo corazón, amó y fue el mundo que le arrebató aquello que quería conservar.
Los otros dos prototipos son atroces, porque son egoístas e hipócritas, cada uno en su género. Tartufo se pone la máscara de la virtud, lo que lo vuelve odioso. Don Juan no cree en nada, ni siquiera en Dios: solamente cree en sí mismo. En este emblema famoso de Don Juan y de la estatua del Comendador, ¿nunca os pareció ver el escepticismo ante las mesas giratorias, o el Espíritu humano corrompido frente a la más brutal manifestación? Hasta el presente, el mundo no ha visto en ello sino una figura completamente humana; ¿creéis que no falta ver y comprender en ello algo más? ¡Cómo el genio inimitable de Molière no tuvo en esta obra el sentimiento del buen sentido sobre los hechos espirituales, como siempre lo tenía para con los defectos de este mundo!
GÉRARD DE NERVAL