Manifestaciones norteamericanas
Leemos en
The Banner of Light, periódico de Nueva York, del 18 de mayo de 1861:
«Pensando que los siguientes hechos son dignos de atención, los hemos reunido para ser publicados por
The Banner, y los hacemos acompañar de nuestras firmas, a fin de atestiguar la autenticidad de los mismos.
«En la mañana del miércoles 1º mayo solicitamos al Sr. Fay, médium, que se reuniera con nosotros en la casa del Sr. Hallock, en Nueva York. El médium se sentó cerca de una mesa, sobre la cual fueron colocados una corneta de estaño, un violín y tres pedazos de soga. Los invitados se sentaron en semicírculo y se pusieron de frente al médium, a seis o siete pulgadas de la mesa; sus manos se tocaban para que cada uno tuviera la certeza de que nadie saldría de su lugar durante las experiencias que vamos a narrar. La luz fue disminuida y se pidió a los invitados que cantaran; algunos minutos después, con la luz aumentada, el médium se encontraba en su silla, con los brazos cruzados y las muñecas atadas con la soga apretada y firme, a punto de dificultar la circulación y de causar hinchazón de las manos. La punta de la soga había pasado por detrás de la silla y sujetaba las piernas a las barras. Otra soga amarraba fuertemente las rodillas, mientras que la tercera soga prendía de la misma manera los tobillos. En estas condiciones era evidente que el médium no podía caminar, ni levantarse, ni usar las manos.
«Un miembro del círculo puso una hoja de papel en el suelo, debajo de los pies del médium, y trazó con un lápiz el contorno de sus pies. La luz fue disminuida y casi inmediatamente la corneta, impulsada por una fuerza invisible, comenzó a golpear rápida y violentamente sobre la mesa, de modo que dejó varias marcas. De la corneta salía una voz que conversaba con los presentes; la articulación de las palabras era muy clara; el sonido era el de una voz masculina y el tono algunas veces más alto que el de una conversación normal. Otra voz, más baja, un poco gutural y menos clara, conversaba también con los asistentes. La luz fue aumentada y el médium se encontraba en su silla, con los pies y las manos atadas –como ya habíamos dicho– y con los pies sobre el papel, dentro de las líneas trazadas con lápiz. La luz fue nuevamente disminuida y la corneta recomenzó como antes. Fue solicitado a las personas que cantasen, y las manifestaciones cesaron. Las experiencias fueron repetidas varias veces y el médium se encontraba siempre en el mismo estado. Esta ha sido la primera serie de manifestaciones.
«De nuevo fue disminuida la luz, los miembros cantaron durante algunos momentos, después de lo cual, al aumentarse la luz, se constató que el médium estaba siempre atado en su silla. Una campanilla fue puesta en la mesa y, tan pronto como la oscuridad se hizo, la campanilla comenzó a golpear en la mesa, en la corneta y en el suelo; fue retirada de la mesa y empezó a tocar muy fuerte, pareciendo recorrer un arco de cinco a seis pies a cada golpe que daba el badajo; durante ese tiempo el médium exclamaba:
Estoy aquí, estoy aquí, para mostrar que siempre estaba en el mismo lugar.
«Se hizo en el violín una gran marca fosforescente. Al disminuirse la luz, luego se vio el rastro fosforescente que el violín hacía al elevarse a seis o siete pies, volando rápidamente en el aire. También se podía acompañarlo a través de la audición, porque las cuerdas vibraban en su recorrido aéreo. Mientras el violín flotaba, el médium exclamaba:
Estoy aquí, estoy aquí.
«Un miembro del grupo puso un jarrón sobre la mesa, con agua por la mitad, y un pedazo de papel entre los labios del médium. Disminuyeron la luz y cantaron algunos instantes; al aumentarse la luz, el jarrón estaba vacío y no había ninguna señal de agua, ni sobre la mesa ni en el piso; el médium se encontraba siempre en su lugar y el papel estaba seco entre sus labios. Así terminó la segunda serie de experiencias.
«La Sra. de Spence se sentó de frente al médium. Un señor se sentó entre los dos, poniendo su pie derecho sobre el de la Sra. de Spence, su mano derecha sobre la cabeza del médium y su mano izquierda sobre la cabeza de la Sra. de Spence. El médium agarró el brazo derecho del señor con sus dos manos, y la Sra. de Spence hizo lo mismo con el brazo izquierdo. Cuando disminuyó la luz, el señor sintió claramente que los dedos de una mano tocaron su rostro y le apretaron la nariz; recibió una bofetada, que fue escuchada por los asistentes, y el violín vino a darle golpes en la cabeza, lo que también escucharon otras personas. Cada uno repitió la experiencia y sentió los mismos efectos. Así termina la tercera serie, y nosotros corroboramos que nada de esto podía haber sido producido por el Sr. Fay, ni por ninguna otra persona del grupo.»
Charles Patridge, R. T. Hallock, Sra. Sarah P. Clark, Sra. Mary, S. Hallock,
Sra. Amanda, Sr. Spence, Srta. Alla Britt, William Blondel, William P. Coles,
W. B. Hallock, B. Franklin Clark, Peyton Spence.
Nota – No negamos la posibilidad de todas esas cosas y no tenemos ningún motivo para dudar de la honorabilidad de los signatarios, a pesar de que no los conozcamos; entretanto, mantenemos las reflexiones que hemos hecho en nuestro último número, a propósito de los dos artículos sobre
Los dibujos misteriosos y la
Explotación del Espiritismo.
Se dice que en Norteamérica esta explotación no tiene nada de chocante para la opinión pública, y que se considera muy natural que los médiums se hagan pagar; se supone esto, conforme los hábitos de un país donde
time is money; pero no por eso dejaremos de repetir lo que hemos dicho en otro artículo: que el absoluto desinterés es una garantía aún mejor que todas las precauciones materiales. Si nuestros escritos han contribuido, en Francia y en otros países, para fomentar el descrédito en la mediumnidad interesada, creemos que esto no será uno de los menores servicios que dichos escritos habrán prestado al Espiritismo serio. De modo alguno estas reflexiones generales han sido hechas para el Sr. Fay, cuya posición frente al público desconocemos.
A. K.