FÁBULA - Al Sr. Allan Kardec
Los abusos tienen defensores ocultos más peligrosos que los adversarios declarados, y la prueba de esto es la dificultad que se tiene en extirparlos.
ALLAN KARDEC (Qué es el Espiritismo)
Honestos campesinos, cierto día,
De pie junto al gran roble, su inmenso porte
Con sus ojos medían.
–En vano prodigamos –dijo uno– la simiente
A lo largo de estos surcos limpios que abonamos:
Nada crece; el alimento y el agua son robados
Por esas ramas firmes y el follaje espeso,
Un triste derroche es hacer con eso;
Dejar que este árbol empobrezca el suelo,
Se lleve nuestro sudor, arruine el terreno.
Si queréis creerme, hermanos,
Liberemos nuestro campo
De este huésped incómodo..., de inmediato.
Le replica el auditorio: –¡A la obra nuestras manos!
Eran todos fuertes y ardorosos;
En la cima del roble una cuerda ataron,
Entonces una gran cadena formaron
Y con sus eslabones unieron esfuerzos.
Se estremece y murmura el follaje,
Pero eso es todo... Ellos podrán agitarse, cansados,
Ante el tortuoso y robusto ramaje,
El roble no puede ser derribado.
Un sabio de la comarca, noble anciano,
Les dijo al pasar: –Hijos míos,
Vuestro campo es devorado;
Si en provecho de las hojas, los tallos y los ramos
Destruirlo queréis, muy bien... lo comprendo;
Pero derribar este árbol no es fácil;
El viejo roble no ha de ser doblegado
Bajo el débil esfuerzo de vuestros brazos;
La edad atiesa el cuerpo, lo vuelve indócil.
Menos ruidoso pero más terrible asalto librad,
Ante este coloso lleno de fuerza;
Los siglos pasaron por su nudosa corteza;
Más días en socavarlo si es preciso ocupad.
Exponed a plena luz sus sedientas raíces
Y obtendréis la muerte de esos tupidos macizos.
Cuando no se puede de un golpe eliminar los abusos,
Su ruina ha de buscarse en las bases.
C. DOMBRE