La ley de Moisés y la ley del Cristo (Comunicación obtenida por el Sr. R..., de Mulhouse)
Uno de nuestros suscriptores de Mulhouse nos dirige la carta y la comunicación siguientes:
«...Aprovecho la ocasión que se presenta de escribiros para informaros sobre una comunicación que he recibido, como médium, de mi Espíritu protector, y que me parece interesante e instructiva a justo título; si la consideráis oportuna, os autorizo a hacer de ella el uso que creáis más útil. He aquí cuál ha sido el motivo de la misma. Inicialmente debo deciros que yo profeso el culto israelita, y que soy naturalmente llevado a las ideas religiosas en las cuales he sido educado. Yo había notado que, en todas las comunicaciones dadas por los Espíritus, siempre se trataban cuestiones de moral cristiana enseñadas por el Cristo, y que nunca se hablaba de la ley de Moisés. Entretanto, yo pensaba que los mandamientos de Dios, revelados por Moisés, me parecían ser el fundamento de la moral cristiana; que el Cristo pudo haber ampliado el cuadro al desarrollar sus consecuencias, pero que el germen estaba en la ley dictada en el Sinaí. Entonces me preguntaba si la mención tan frecuentemente repetida de la moral del Cristo –aunque la de Moisés no le fuese extraña– no provenía del hecho de que la mayor parte de las comunicaciones recibidas emanaban de Espíritus que habían pertenecido a la religión dominante, y si las mismas no serían un recuerdo de las ideas terrenas. Bajo la influencia de tales pensamientos evoqué a mi Espíritu protector, que fue uno de mis parientes cercanos y que se llamaba Mardoqueo R... He aquí las preguntas que le he dirigido y las respuestas que me ha dado.
1. En todas las comunicaciones dadas a la
Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, se cita a Jesús como siendo el que ha enseñado la más bella moral; ¿qué debo pensar de esto? –
Resp. Sí, el Cristo ha sido el iniciador de la más pura moral, la más sublime: la moral evangélico-cristiana, que habrá de renovar al mundo, aproximar a los hombres y volver a todos hermanos; la moral que hará brotar de todos los corazones humanos la caridad, el amor al prójimo; que establecerá entre todos los hombres una solidaridad en común; en fin, una moral que habrá de transformar la Tierra y hacer de ésta una morada de Espíritus superiores a los que hoy la habitan. Así se cumple la ley del progreso, a la cual está sometida la naturaleza, y el Espiritismo es una de las fuerzas vivas de que Dios se sirve para hacer avanzar a la humanidad en la senda del progreso moral. Han llegado los tiempos en que las ideas morales deben desarrollarse para que se realicen los progresos que están en los designios de Dios; ellas deben seguir el mismo camino que han recorrido las ideas de libertad, que han sido sus precursoras. Pero no debe creerse que ese desarrollo se haga sin luchas; no. Para llegar a la madurez, ellas necesitan de conmociones y discusiones, a fin de atraer la atención de las masas; pero una vez llamada la atención, la belleza y la santidad de la moral impactarán a los Espíritus y éstos se dedicarán a una ciencia que les da la clave de la vida futura y que les abre las puertas de la eterna felicidad.
Dios es único, y Moisés es el Espíritu que Dios ha enviado en misión para darlo a conocer, no sólo a los hebreos, sino también a los pueblos paganos. El pueblo hebreo ha sido el instrumento del cual Dios se ha servido para hacer su revelación por medio de Moisés y de los profetas, y las vicisitudes de ese pueblo tan notable eran para llamar la atención de los hombres y para hacer caer el velo que ocultaba a la Divinidad.
2. ¿En qué, pues, la moral de Moisés es inferior a la del Cristo? –
Resp. La moral que Moisés enseñó era apropiada al estado de adelanto en que se encontraban los pueblos que dicha moral estaba llamada a regenerar; y esos pueblos, casi salvajes en cuanto al perfeccionamiento de su alma, no hubieran comprendido que se pudiese adorar a Dios de otra manera que por medio de holocaustos, ni que fuese necesario perdonar a un enemigo. Su inteligencia –notable desde el punto de vista de la materia e incluso desde el de las artes y las ciencias– estaba muy atrasada en moralidad, y no se hubiese convertido bajo la influencia de una religión completamente espiritual; necesitaban una representación semimaterial, tal como la que ofrecía entonces la religión hebrea. Así, los holocaustos hablaban a sus sentidos, mientras que la idea de Dios hablaba a su Espíritu.
Los mandamientos de Dios, dados por intermedio de Moisés, contienen el germen de la más amplia moral cristiana; pero los comentarios de la Biblia limitaban su sentido, porque si esa moral se hubiese puesto en práctica en toda su pureza, no habría sido comprendida por entonces. Sin embargo, los diez mandamientos de Dios no dejaron por ello de ser su brillante frontispicio, como un faro que debía iluminar a la humanidad en el camino que habría de recorrer. Moisés abrió el camino; Jesús continuó la obra; el Espiritismo la concluirá.
3. El sábado ¿es un día consagrado? –
Resp. Sí, el sábado es un día consagrado al reposo, a la oración; es el emblema de la eterna felicidad a la que aspiran todos los Espíritus, y a la cual solamente llegarán después de haberse perfeccionado por medio del trabajo, y después de haberse despojado de todas las impurezas del corazón humano a través de las reencarnaciones.
4. ¿Cómo se explica, entonces, que cada secta haya consagrado un día diferente? –
Resp. Es cierto que cada secta ha consagrado un día diferente, pero esto no es un motivo para no ponerse de acuerdo. Dios acepta las plegarias y las formas de cada religión, desde que los actos correspondan a las enseñanzas. Sea cual fuere la forma con la que se invoque a Dios, la oración le es agradable si la intención es pura.
5. ¿Puede esperarse el establecimiento de una religión universal? –
Resp. No en nuestro planeta o, al menos, no antes que haya hecho progresos, que algunos millares de generaciones aún no verán.
MARDOQUEO R...