Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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El coqueteo
(Médium: Sra. de Costel)

Hoy nos ocuparemos del coqueteo femenino, que es el enemigo del amor: el coqueteo mata o debilita al amor, lo que es peor. La mujer coqueta se asemeja a un pájaro enjaulado que, a través de sus canciones, atrae a otros pájaros junto a ella. Atrae a los hombres, cuyos corazones se despedazan contra las barras que la encierran. Nos compadecemos más de ella que de ellos; al estar en cautiverio por la estrechez de sus ideas y por la aridez de su corazón, anda en la oscuridad de su conciencia, sin poder jamás ver fulgurar el sol del amor, que sólo brilla para las almas generosas y abnegadas. Es más difícil sentir el amor que inspirarlo; sin embargo, todos se inquietan y sondean el corazón deseado, sin examinar primero si el suyo posee el tesoro codiciado. No, el amor que expresa la sensualidad del amor propio no es amor, así como el coqueteo no es la seducción para un alma elevada. Tenemos razón en reprobar y en suscitar dificultades en esas frágiles relaciones, que son un vergonzoso intercambio de vanidades y de miserias de toda especie; el amor es ajeno a estas cosas, así como el rayo de luz no se ensucia en la basura que él ilumina. Insensatas son las mujeres que no comprenden que su belleza y su virtud son el amor en su sencillez, en el olvido de los intereses personales y en la transmigración del alma que se entrega enteramente al ser amado. Dios bendice a la mujer que ha llevado el yugo del amor, y repele a la que ha hecho de este precioso sentimiento un trofeo a su vanidad, una distracción a su ociosidad o una llama carnal que consume el cuerpo y que deja vacío el corazón.
GEORGES

ALLAN KARDEC